19 de septiembre de 2017

INTRODUCCIÓN GENERAL A LAS CARACTERÍSTICAS DE LA LÍRICA TRADICIONAL DE LA EDAD MEDIA EN ESPAÑA.


En todos los pueblos ha existido una literatura tradicional oral de tipo lírico, integrada por composiciones anónimas que han ido conformando un patrimonio común recreado durante siglos por sus sucesivas generaciones, con temas muy variados de fiestas, trabajos, cambios estacionales, canciones de cuna, de boda, plantos, de vela, de ronda, etc. Esa anonimia y oralidad propició, además, que fueran re-credas por cada uno de sus cantores, añadiendo y quitando palabras, versos, de modo tal que el texto nunca permanece inalterable (hasta ser fijado por escrito, cosa que ha sucedido muy recientemente, pues al tener un origen popular y un destino "vulgar y vasallo" fueron "despreciados" por los letrados o poetas cultos).

Ahora bien, esta lírica tradicional, siguiendo a Ramón Menéndez Pidal, debe ser claramente diferenciada de la lírica popular y la lírica juglaresca.

La lírica tradicional está anclada en una tradición que la gente hace suya y se mantiene durante generaciones, variando permanentemente. Es lírica popular, en tanto en cuando es creada y re-creada por el pueblo; pero no necesariamente es popular en el sentido de muy conocida (así, decimos que hay obras líricas cultas muy populares ("conocidas"), como pueden ser los poemas de Bécquer, Espronceda, etc..., y, a la inversa, que hay obras líricas tradicionales muy poco populares ("conocidas"). De este modo podemos afirmar que en las canciones que denominamos de lírica tradicional, el estribillo es de carácter tradicional, mientras que las estrofas que lo glosan son populares, improvisadas y efímeras.
[Menéndez Pidal, Ramón. «La primitiva poesía lírica española», in Estudios literarios. Madrid: Espasa Calpe, 1973, pp. 159-212].

Respecto a la distinción con la lírica juglaresca, en la entrada que hablamos de ella, señalamos que ésta ha sido compuesta por un autor culto (clérigo, en el sentido de "letrado", o trovador), que entrega sus obras a los mismos para que las canten de pueblo en pueblo, de castillo en castillo, como herederos que eran de los mimos y jaculatores de la Roma clásica y pagana, mitad poetas mitad “saltimbanquis”, que mezclaban en sus actuaciones la declamación y el malabarismo, la música y la sátira, la lírica trovadoresca y las gestas épicas. [cfr. nuestra entrada sobre los juglares: https://lenguayliteraturap.blogspot.com.es/2015/06/pervivencia-de-los-generos-menores-los.html .
[Menéndez Pidal, ramón. Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas (1957),
Riquer, Martín de. «El trovador y su mundo», in Historia y Vida (Barcelona), n.º 103, octubre de 1976, pp. 21-31].