1 de junio de 2015

COLLIGE, VIRGO, ROSAS , "coge, doncella, las rosas". (Tópico) . (I). Definición y aproximación.


Vamos a explicar en esta entrada el significado del tópico literario "collige, virgo, rosas", superando con creces el centenar de 100 y autores.

SUMARIO:
Esta entrada consta de 4 secciones:
I.- Definición y aproximación.
a) Collige, virgo, rosas.
b) Rosa, la flor de la edad = juventud.
c) Rosa = belleza.
d) La rosa y su relación con la mitología.
e) Rosa = amada.
f) Rosa en un jardín de amor.
g) Rosa como imagen sexual.
h) Rosa = tiempo breve.
i) Propuesta de definición del tópico "collige, virgo, rosas".
j) "Collige, virgo, rosas" y su relación con "carpe diem".
k) Colofón. Rosa como expresión popular.
l) Algunos autores que nos servirán de modelo.

II. El tópico en la época grecolatina y Edad Media.
III. El tópico en los siglos XVI y XVII.
IV. El tópico en los siglos XVIII a XXI.

§ "COLLIGE, VIRGO, ROSA".

Este término, "(re)coge, doncella, las rosas" (de tu juventud)" es un tópico literario relacionado ineludiblemente al paso del tiempo, que se define por la invitación (generalmente a la mujer) a disfrutar y gozar de su juventud, del amor.

Antes de ver su evolución a lo largo de los siglos, vamos a intentar explicar estos tres elementos: "coge", "doncella", "rosas", por separado y luego como un todo, para llegar a una conclusión y propuesta definitoria.

"COLLIGE". De acuerdo con ello, diremos que una de las características fundamentales de este tópico es que suele llevar explícito, por regla general, el imperativo "collige", que tiene el significado de "RECOGE".

"Collige" viene a expresar: cosecha, reúne con las manos, corta, retén.

Ello conllevará que esta acción vaya relacionada con la vida, con el tiempo: "haz un ramo de rosas, reúnelas, córtalas y retén el tiempo de su muerte próxima, que sucederá inmediatamente al caer la noche".

Ahora bien, inicialmente la invitación se hace para convertir ese momento en un hecho gozoso vivido, capaz de poder hacerlo perdurable en el recuerdo (teniendo como variación, adelantado el siglo XX, no sólo el sentimiento de goce aportado por el ser amado, sino el propio placer que provoca el deseo de quien ama, tal y como expresará el griego C. Kavafis):

Cuerpo, recuerda no solamente cuánto fuiste amado,
no sólo los lechos en que te acostaste,
sino también aquellos deseos que por ti
brillaban en los ojos manifiestamente
,
y temblaban en la voz -y algún
obstáculo casual los hizo vanos.
Ahora que todo ya está en el pasado,
parece casi como si a los deseos
aquellos te hubieses entregado -cómo brillaban,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo temblaban en la voz, por ti, recuerda, cuerpo.
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El mañana no existe, sólo el momento. Y así lo manifestaban en la Edad Media nuestros poetas:
DEL ENAMORADO A LA ENAMORADA.-
Dime, ¿qué haces, hermosa beldad, si no sabes corresponder/
al enamorado? Se va la belleza al tiempo que se va la vida./
Tras florecer, se marchitan las violetas, la rosa pierde su olor,/
los lirios tras la primavera se pudren sin su blancura./
Que temas estos casos te ruego, y correspóndete siempre/
al enamorado, porque siempre da amor quien amor recibe.


CONTESTACIÓN DE LA AMADA.-
No vuelve a florecer sino que se pierde cualquier favor/
de la enamorada que salga barato
; dulce es lo que se niega./
Pues si la hermosa se deja querer e invadir con facilidad,/
obra con desvergüenza y pierde su favor de enamorada
.
[Socas, Francisco.- Antología Latina. Repertorio de poemas extraídos de códices y libros impresos. Tomo I. Madrid, Gredos, 2.011, pag. 148. Se corresponden con los núm. 24 y 25, pertenecientes al Códice Salmasiano (Parisino 10318)].

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VIRGO. Ese hecho gozoso, que se quiere retener, se le exhorta a una mujer, "DONCELLA", joven, virgen ("mientras la flor es fresca y fresca/ la doncellez"), por lo que el tópico irá derivando en sucesivas imágenes de carácter sexual y sensual a lo largo de los siglos hacia la mujer.

ROSAS. Finalmente nos hallamos con la referencia a las "rosas" (imagen de la fugacidad vital: "Lo que dura una sola jornada, dura la vida de las rosas:/ a su juvenil edad primera aplasta la vejez en breve".), que indica el carácter irrecuperable y efímero tanto de la juventud como de la belleza (evocando aquella queja amarga de Teognis: "insensatos y necios los humanos que lloran a los muertos,/ y no a la flor de la juventud que se va marchitando"), y que suele estar también presente en todas las composiciones. Tal es el recuerdo de esta idea que la exhortación virgiliana a gozar de la juventud viene continuada de una advertencia: "recuerda que así corre veloz tu momento"

En esquema quedaría este asunto así:


§ ROSA, LA FLOR DE LA EDAD = JUVENTUD.

La identificación de la rosa con la juventud podemos rastrearla ya desde la antigua Grecia, donde veíamos que el término "akmé" (ἀκμῇ) designaba "la flor de la vida"), o que Homero suele emplear mucho el término "florido" (θαλερoƒς) para adjetivar a los esposos; hasta los clásicos latinos, quienes empleaban "primaevus" (= primus aevum) o "flos iuventae". Y de ahí hasta nuestros días.

Por ejemplo:

• Homero ("Ilíada", XIII, 484):
(Eneas) "tiene la flor de la juventud, que es el vigor supremo";
• Eurípides (Alcestis, vv. 315-316:
¡Que no se lance sobre ti algún vergonzoso rumor
y en la flor de la edad destruya tu matrimonio!
• Eurípides (Alcestis, vv. 470-474:
Y no se atrevieron a salvar al hijo que engendraron,
¡crueles ambos!, a pesar de su cabeza cana.
Mas tú, en cambio, en la flor de la juventud,
muriendo en lugar de tu esposo, te has ido.
¡Ojalá encontrara yo semejante amor en la unión con una esposa!
¡Suerte rara es eso en la vida!
• Eurípides (Medea, v. 921):
(Jasón le dice a sus hijos:)
¡Que pueda veros bien criados y, en la flor de vuestra juventud, superiores a mis enemigos!
• Catulo (Carmina, 17, vv 14-16):
cui cum sit uiridissimo nupta flore puella
(et puella tenellulo delicatior haedo, 15
adseruanda nigerrimis diligentius uuis),
estando casada con él en la flor de la vida una muchacha
(una muchacha que un tierno cabritillo más delicada,
a la que hay que guardar que a las uvas más maduras con más diligencia).

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Catulo (Carmina, 24, v. 1):
O qui flosculus es Iuventiorum
Oh, Tú que eres la flor de los Juvencios

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Catulo (Carmina, 53, vv. 63-64):
ego mulier... ego adolescens, ego ephebus, ego puer,
ego gymnasi fui flos, ego eram decus olei.
Yo,mujer; yo, mozo; yo, efebo; yo, niño; yo,
del gimnasio, fui la flor y era entonces la gloria de la palestra

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Catulo (Carmina, 68, vv. 15-17 ):
tempore quo primum uestis mihi tradita pura est,
iocundum cum aetas florida uer ageret,
multa satis lusi;
En el tiempo en que por primera vez el vestido blanco se me entregó,
cuando mi edad en flor disfrutaba de una primavera radiante,
bastantes veces jugueteé con el amor.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Catulo (Carmina, 100, vv.1-2):
Caelius Aufilenum et Quintius Aufilenam
flos Veronensum depereunt iuuenum,
Celio y Quintio, uno por Aufileno, el otro por Aufilenala,
flor de la juventud de Verona, mueren (de amor).

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Virgilio (Eneida, VII, vv. 162-165):
Ante urbem pueri et primaevo flore iuventus
exercentur equis domitantque in pulvere currus
aut acris tendunt arcus aut lenta lacertis
spicula contorquent cursuque ictuque lacessunt.
Delante de la ciudad niños y jóvenes en la flor de la primera edad
practican a caballo y prueban en el polvo sus carros,
o tensan los dificiles arcos o con sus brazos
pesadas lanzas sus carros, y corriendo o a golpes compiten.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Virgilio (Eneida, VIII, vv. 160-164):
tum mihi prima genas uestibat flore iuuentas,
mirabarque duces Teucros, mirabar et ipsum
Laomedontiaden; sed cunctis altior ibat
Anchises. mihi mens iuuenali ardebat amore
compellare uirum et dextrae coniungere dextram
Entonces la primera juventud me vestía las mejillas con la flor
y admiraba a los caudillos teucros, y admiraba al mismo
Laomedontíada; pero por encima de todos iba
Anquises. Mi corazón de ansia juvenil ardía
por hablar al héroe y mi diestra unir con su diestra

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Virgilio (Eneida, VIII, vv. 499-501):
...O Maeoniae delecta iuventus,
flos veterum virtusque virum, quos iustus in hostem
fert dolor et merita accendit Mezentius ira.
...¡Oh de Meonia, escogida juventud,
flor y virtud de los antiguos hombres, a quienes contra el enemigo
lanza un justo dolor y provoca Mecencio con inmerecida ira.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]
• Sexto Propercio (Elegias, III, 7, Epicedio a Peto, vv.7-8):
nam dum te sequitur, primo miser excidit aevo
et nova longinquis piscibus esca natat.
Pues por seguirte, desgraciado, en la flor de la edad cayó
y como presa inesperada para peces lejanos flota.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

Y un largo etcétera que no podemos aquí ir mostrando.

[Cfr.: Bérchez Castaño, Esteban.- "Mirto y ajenjo en la poesía romana", in Minerva, 23 (2.010), pp. 127-142]

§ ROSA = BELLEZA.

También la identificación de la rosa con la belleza podemos observarla desde la antigua Grecia, donde claramente ésta sirvió como motivo para relacionarla con el amor.

Hallaremos, además, relaciones de la rosa tanto como representación de la belleza sensible en general como representación de la belleza de la mujer en particular.

Y su permanencia en la historia de la literatura ha sido general. Mencionemos, por ejemplo, el papel y significación dado a la "rosa" en Rubén Darío, como símbolo de belleza, plenitud y vida, de la mujer y su belleza, en los poemas «A Rosalpina», «A Mercedes Manig», «Tríptico», «Ecce Horno», «En una velada a beneficio de los pobres», «Balada de las míticas de carne y hueso», «Flirt», «Esquela a Charles de Soussens», «A una novia», «Interrogaciones», etc...
[Alonso Martínez, María de las Nieves.- "Rubén Darío o el lenguaje de las rosas", in Anales de Literatura Hispanoamericana, 17 (1.988), pp.231-248.]

§ LA ROSA Y SU RELACIÓN CON LA MITOLOGÍA.

La rosa, amada por los dioses, pronto desarrollará cantos mitológicos sobre su origen. Recordemos que

"Si Zeus hubiera querido establecer una reina entre las flores, la rosa habría reinado sobre las flores. Es adorno de la tierra, honor de las plantas, ojo de las flores, enrojecimiento del prado, belleza resplandeciente; exhala un olor de amor, acoge como huésped a Afrodita, alardea con sus olorosas hojas, está arrogante de sus pétalos, el pétalo se regocija con el Céfiro.” Ella cantaba estas cosas, pero yo creía ver la rosa sobre sus labios, como si alguien hubiese encerrado la redondez del cáliz en la forma de su boca.
[ Aquiles Tacio.- Leucipa y Clitofonte, Liber II. in Prieto, Mª Luz.- Longo/Aquiles Tacio.- Dafnis y Cloe. Leucipa y Clitofonte. Madrid, Akal, 1.999, pág. 131].

Así, se relacionó con la aurora ("la de dedos de rosa", según Homero, a quien Virgilio siempre colocaba en un carro de rosas, y que Garcilaso nos pintó con "sus mejillas/ de rosa y sus cabellos d'oro fino,/ humedeciendo ya las florecillas") y su color, con el rocío, con el misterio (el dios egipcio Harpócrates, el del silencio, se asimiló por los griegos a Eros, y solía representarse con una rosa); con Erato, la musa de la lírica, que iba coronada de mirtos y rosas, porque inspiraba las poesías amorosas, siendo emblemas de la vivacidad de los placeres y de la ternura del amor; con Febo ("el rosáceo Febo" lo llamaba Virgilio: "roseus Phoebus")... Y fundamentalmente con Venus (con su "boca de rosa": "roseo ore") y Baco.

De esta manera lo resumía en su canto Floro?:

O esto lo tiñó Amor o lo sacó Aurora con el peine
de su roja cabellera, o en zarzas se enredó la Cipria
y aquí entre agudas espinas quedó asentada su sangre.
[Socas, Francisco.- Antología Latina. Repertorio de poemas extraídos de códices y libros impresos. Tomo I. Madrid, Gredos, 2.011, pag. 171. Se corresponde con el núm. 85, pertenecientes al Códice Salmasiano (Parisino 10318)].

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La rosa quedó convertida, por ello, en emblema en la época romana, desplegando sus dos facetas:

tan fugaz como el amor ("tam fugitiva rosa est quam fugitivus amor")
② y tan espinosa como el amor ("Martem spina refert, flos Veneris pretium est").

Quis deus hoc medium flammavit crinibus aurum,
iussit et in dumis sentibus esse rosam?
Aspicis ut magni coeant in foedus amantes:
Martem spina refert, flos Veneris pretium est.
5 Quod tibi cum magnis, puer, est, lascive, sagittis?
Hoc melius telo pungere corda potes!
Nec flammas quaeras neque alti pectoris ignis:
si tibi ver tantum praebeat ista, sat est
pallens herba viret: color est hic semper amantum.
10 Tam fugitiva rosa est quam fugitivus amor.
Nam quod floricomis gaudet lasciva metallis,
aurum significat vilius esse rosa.

[Cfr., Epigrama 866 Riese, del "Carmen Anthologiae Latine", de autor anónimo.]

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Razón por la cual, Sebastián de Covarrubias, en su "Tesoro de la Lengua" nos explicará que la rosa estaba dedicada a Venus "por su hermosura y su suave olor, y no sin misterio, porque así como la rosa en breve espacio se marchita, así se pasa el deleite carnal, porque la rosa es símbolo del placer momentáneo".

Precisamente, acordémosnos que Safo de Lesbos (ss. VII-VI a.d.n.e.) ya la llamó

la gloria de las plantas todas;
como a sus ojos ámanla, y la quieren
ramas y flores.
Honra los prados su luciente grana,
y de hermosura sin igual ceñida,
a los placeres amorosamente
llama las almas.

De verdes hojas coronada, ostenta
toda su pompa y vanidad suave.
Y en su oloroso y delicado cáliz
Céfiro ríe
".

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Y Anacreonte, considerado el poeta griego báquico que más referencias a la rosa hizo, nos habló de su origen, consecuencia de la mezcla de ambrosía que derramaron los dioses sobre ella, relacionándola tanto con Baco ("la flor inmortal de Baco") como con Afrodita ("Afrodita es llamada por los sabios la del rosado cuerpo") y las Ninfas ("de brazos de rosa"), de ahí su regeneración constante y el ser considerada "flor de Venus":

En florida primavera
Cantemos la tierna rosa;
Juntos, amada, cantemos.
Ella a las Gracias adorna,
Y con ella se engalana
De los amores la diosa.

Es de los días delicia,
De los mortales aroma,
Materia de dulces himnos,
De las musas flor graciosa.
Dulce es cogerla entre espinas;
¡Muy dichoso quien la toca!
Y aun es más dulce aspirar
El perfume de sus hojas.
Deleite de los convites,
En las dionisianas copas
Alegría de las mesas,
Como la luz, es la rosa.
De rosa llaman los sabios
A los dedos de la Aurora,
A los brazos de las ninfas
Y de Venus a las formas.

La rosa ahuyenta los males
Y nuestras tumbas decora,
Detiene el curso del tiempo,
Y aun en su vejez hermosa
Guarda la pura fragancia
De juveniles aromas.

Si saber su origen quieres,
Cuando de la espuma roja
Surgiera la alma Afrodita
Entre las cerúleas ondas;
Cuando la Atenea Palas,
La diosa guerrera y docta,
Del cerebro de su padre
Brotó en armas poderosa,
Entonces el rosal primero
La tierra fecunda brota;
Sobre él vertieron los dioses
Néctar de celestes copas,
Y pronto se alzó entre espinas
La flor de Baco, orgullosa
.

[Traducción de Menéndez Pelayo]

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Otro origen mitológico de la rosa es el que exponemos a través de este epigrama recogido por Giorgio Valla en 1.486,

Se hiere Venus bienhechora al tiempo que escapa de Marte
enamorado y con los pies descalzos pisa un prado florido.
Una espina sacrilega asoma entre la hierba acogedora
y al punto hiere las plantas de la diosa con ligero rasguño.
Sangre de allí se vierte; la espina se viste de grana;
la que cometió el crimen gana en recompensa su perfume.
Todos el espinar enrojece de sangre por campos coloridos
y la rosa, émula del astro, consagra los abrojos.

¿De qué te vale, Cipria, haber escapado de Marte sangriento,
si tu planta ha quedado bañada de sangre escarlata?
Con sangre en las mejillas, Citerea, castigas las culpas,
de modo que un capullo encendido tape la hiriente espina.
Le convino dolerse a la diosa, a la inspiradora de amores,
de modo que con sus tiernos dones compensara la herida.
[Socas, Francisco.- Antología Latina. Repertorio de poemas extraídos de códices y libros impresos. Tomo II. Madrid, Gredos, 2.011, pag. 673. Se corresponde con el núm. 874b].

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En definitiva, podemos indicar que casi todos los motivos que se citan en estos poemas se repetirán después en los grandes poetas. Un resumen de lo que hasta aquí hemos dicho lo recogemos en este breve gráfico.



§ ROSA = AMADA.

Durante la Edad Media veremos que es común identificar también a la amada con la rosa, elemento que se perpetuará en los poetas (amén de que en el empleo del "canon largo" de la descripción medieval de la doncella siempre hallaremos la relación de las mejillas con el color de la rosa: "la cara placiente,/ fresca como rosa,/ de tales colores/ cual nunca vi dama/ nin otra, señores", cantaba el marqués de Santillana; "las mexillas muy hermosas/ y vistosas [...]/ de suyo muy coloradas,/ como rosas/ muy perfectas y graciosas", decía Juan del Encina; o con los labios: “la boca muy bien formada, / los labios como una rosa”, como cantaba Francisco Vaca).

Las referencias a diversas partes del cuerpo como rosas ya estuvieron presentes en la literatura latina. Bástenos, por ahora, recordar, por la asimilación mitológica, aquella descripción de Petronio, refiriéndose al sujetador de una doncella:

Cada vez que el ceñidor entretejido de rosas
con su forro teñido de púrpura envuelve el movedizo
pecho, beberá gotas de ambrosía en uno y otro seno
y la rosa tomará de verdad su olor a rosa
.
[Socas, Francisco.- Antología Latina. Repertorio de poemas extraídos de códices y libros impresos. Tomo II. Madrid, Gredos, 2.011, pag. 548. Se corresponden con el núm. 705, pertenecientes a un Códice del siglo IX].

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Y fue bastante habitual en la poesía medieval escrita en latín, como podemos ver en el poema goliárdico que comienza "Aunque hablase la lengua de los ángeles y de los humanos":

....

Vi la flor florida, vi la flor entre las flores bella,
vi a la rosa de mayo, de todas más esbelta,
vi a la rutilante estrella, de todas más excelsa,
para la que había vivido y mi amor era ofrenda.

Cuando vi lo que siempre había sido mi sueño,
me llené de inefable contento,
levantándome veloz me acerqué a ella
y con estas palabras la saludé,rodilla en tierra:

"Ave, la más bella, piedra preciosa,
ave, honra de las doncellas, doncella gloriosa,
ave, luz de la luz, ave, del mundo rosa,
Blancaflor y Helena, Venus gloriosa".
...

Viendo así, rosa mía, cómo estoy lastimado,
cuántos y cuán grandes pesares por ti he soportado,
muestra voluntad de que sea curado
y resulte así sano, salvo y recobrado.

En ti me gloriaré, si así, en efecto, y hicieres,
Como al floreciente cedro del Líbano te exaltaré.
Mas si, lo que no temo, mi buena fe defraudadas,
Sufriré un auténtico naufragio y en peligro de muerte estaré.

Aquella rosa fulgente me contestó: "mucho soportaste,
Pero sábete que nada desconocido me revelaste,
Pues lo que por ti he sufrido ni en sueños te imaginaste;
Es más lo que yo sufrí que lo que tú me contaste.

...

¿Quien desconoce las cosas que después siguieron?
El dolor y los suspiros lejos se fueron,
Los gozos del paraíso nos invadieron
Y todas las delicias al punto nos vinieron.

Entonces el gozo de los abrazos fue centuplicado,
Entonces cumplimos luego lo por mí y ella deseado,
Entonces el triunfo de los amantes fue por mi alcanzado,
Entonces fue mi nombre al fin aclamado.

...

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Pero no sólo en latín, también en las lenguas vernáculas. Dice V. Beltrán que «la composición floral se manifiesta como procedimiento predilecto de la 'descriptio puellae' entre 1300 y 1400, tanto en gallego como en castellano» [[V. Beltrán.- "La Cantiga de Alfonso XI y la ruptura poética del siglo XIV", in El Crotalón, 2 (1.985), pág. 272.], por lo que vamos a citar algunos ejemplos:

• el cantor del Cancionero de Ripoll decía:
et ut flores
per odores
omnes vincit lilium,
sic huic rose
speciose
forma cedit omnium
Y como a las flores
por su olor,
a todas, vence el lirio,
así aquí esta rosa
hermosa
en su belleza adelanta a todas las demás


• Juan de Mena, que sitúa a su señora por encima de todas las demás, dirá:
vos vedes como las rosas
deleitosas
se terminan en la sarças
.

• El marqués de Santillana, en el elogio de la vaquera de la Finojosa, dirá:
Non creo las rosas
de la primavera
sean tan hermosas
.

• A. Alvares sólía llamar a su dama
"flor das flores";
"lynda flor que non a par",
"la que es flor e pres d'España,/ corona de las fermosas,/ muy más linda que las rosas",

etc.

• Pedro Manuel Jiménez de Urrea dirá sobre su amada:
"en saber, gracia y cordura
es más linda que la rosa
"
.

• Carvajal cantó:
e non menos es la rosa
sobre las flores loada;
bien asy,uso, más fermosa,
vos mostráys

• Villasandino:
En gozo desque yo vi
tan gentil rosa que assí
me puso en su coraçón.

La imagen continuará con el pasar de los siglos. Aludamos a aquellos versos en que Petronila le dice a Quiteria que

"...pasan
los años; y belleza,
gracias y gentileza
pasan también. La rosa
somos, que con el día
abre el purpúreo seno vergonzosa
para perder con él su lozanía
"
[Juan Meléndez Valdés.- Las bodas de Camacho. 1.783. Acto II, Escena IV.].

O ya más modernamente, podríamos referirnos al peruano Arturo Corcuera (1.935--), quien hizo gala de esta imagen en un soneto:

Tímida rosa ósea y encarnada
que amo y me ama y junto a mí se posa,
rosa que me rozó con la mirada,
¡oh mi amorosa y aromosa rosa,

sumisa y envolvente llamarada!
Llamándote me enllamas, ardorosa,
y erguida en mi alma, rosa incorporada,
entre mis brazos, caes temblorosa.

Talle, su tallo. Y hojas. Y ojos. Sueño
–que con mis manos toco– que me toca.
Buscada rosa que encontró su dueño.

Escogida entre muchas minuciosa-
mente. Lozanos muslos, ansias, boca,
y no la mires más que así es mi rosa.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Aunque nos parecen más esclarecedores de esta imagen los versos de Gerardo Diego, quien en su poema "Gesto" cantó:

A la brisa, a la abeja, a la hermosa
el rosal puede dedicar la rosa.

Al poeta, al grumete, a la doncella
la noche puede dedicar la estrella.

Si eres tú misma el rosal y las rosas,
la noche de mi verso y sus estrellas,

¿a quién dedicaré este breve cielo,
este arbusto, esta fuente, este desvelo?

Mas esta identificación de la doncella con la rosa no sería elemento suficiente para que quedara latente el espíritu del tópico "collige, virgo, rosas".


§ ROSA en un JARDÍN DE AMOR.

Relacionado el tópico con el ciclo de las estaciones y con la naturaleza (Gaston Paris ya estableció una clara simbiosis entre las fiestas de mayo y el origen de la lírica tradicional, por ejemplo), comprobaremos que la amada suele moverse siempre en un entorno floral, propio de la primavera. Y es que ya Afrodita se vestía con perfumadas flores que le tejían las Gracias, según nos relató Estasino (?), en las "Ciprias", poema épico arcaico griego:

Se puso sobre su cuerpo los vestidos que las Gracias y las Horas habían hecho y teñido con cuantas flores primaverales traen consigo las Horas: azafrán, jacinto, violeta lozana, hermoso capullo de rosa, dulce como el néctar, cálices en flor fragantes como la ambrosía de narciso y lirio. Tales vestidos, perfumados por todas las estaciones, fueron las que Afrodita se puso.

Y no en vano, Pausanias [Descripción de Grecia, I, 19, 2]. nos recuerda que en la antigua Acrópolis griega hubo un templo dedicado a la "Afrodita de los jardines" ("Afrodita en képois", Ἀφροδίτη ἐν Κήποις), donde había una estatua de ésta, obra de Alcámenes.
[Valdés Guía, Miriam.- "Los espacios de Afrodita en la Polis arcaica de Atenas", in RYS, 5 (2.002),pp. 3-30].

Asimismo, Eros suele ser representado en medio de un jardín (jardín erótico, jardín de Eros), floral, siempre dominándolo, pues es el espacio en el que se acarician, juegan, aman las parejas, traslación y espacio metafórico del lecho de amor. Ya lo describió Safo, y a partir de ella se seguirá el modelo con nuevos elementos, los pámpanos de la vid, :

Desde Creta ven, Afrodita, aquí
a este sacro templo, que un bello bosque
de manzanos
hay, y el incienso humea
ya en los altares;
suena fresca el agua por los manzanos
y las rosas dan al lugar su sombra,
y un profundo sueño de aquellas hojas
trémulas baja;
pasto de caballos, el prado allí
lleno está de flores de primavera

y las brisas soplan oliendo a miel...
Ven, Chipriota, aquí y, tras tomar guirnaldas,
en doradas copas alegremente
mezclarás el néctar para escanciarlo
con la alegría

Así, este jardín, con productos de la arboricultura que evocan la consumación del amor, repleto de flores y aromas evocadores, nos conducirá a toda una gama de imágenes que se desarrollarán a lo largo de los siglos.
[Cfr.: Calame, Claude.- Eros en la Antigua Grecia. Madrid, Akal, 2.002, pp. 159-182.]

No es necesario, tampoco recordar, que ya en la lírica griega se estableció una comparación constante de la novia con motivos vegetales como la manzana (de claro significado erótico en nuestra cultura, y que derivaría en que el regalo de una manzana significara una clara muestra de declaración de amor, como puede verse, por ejemplo, en Calímaco, en "Aitia", con la historia de amor entre Acontio y Cidipa y la manzana inscrita) o el jacinto, y al novio con los pámpanos de la vid; o la relación de los mitos de diosas y heroinas con hipóstasis de las plantas, con evidente regusto a mito erótico. Ni tampoco la referencia cristiana a la manzana ofrecida a Adán por parte de Eva. Neruda lo expresará muy bien: "plena mujer, manzana carnal, luna caliente". Y, así, un venturoso largo etcétera.
[Cfr., para el motivo de la manzana: Foster, Benjamin Oliver.- "Notes on the Symbolism of the Apple in Classical Antiquity", in Hardvard Studies in Classical Philology, 10 (1899), pp. 39-55.
Littlewood, A. R..- "The symbolism of the Apple in Greek and Roman Literature", in Hardvard Studies in Classical Philology, 72 (1968), pp. 147-181]

Nos advierte Carmen Sánchez que

la imagen mítica del jardín "erótico" aparece por ejemplo en el relato del rapto de la hija de Deméter, reina de los muertos. El prado florido es el paisaje iniciático que lleva a la joven virgen a convertirse en esposa del dios de los Infiernos, preludio del acto sexual y de la muerte. Cuando "recogía flores: rosas, azafrán y hermosas violetas, en el tierno prado, y también gladiolos, y jacinto, así como el narciso, que, como señuelo, hizo brotar para la muchacha de suave tez de flor de Tierra... flor de prodigioso brillo, asombro de ver para todos... de modo que ella, atónita, tendió ambas manos para tomar el hermoso juguete". En ese momento se abrió la tierra y surgió el carro de Hades 'de inmortales corceles' para llevarse a su lecho infernal a la desventurada Perséfone.

[Sánchez, Carmen.- Arte y erotismo en el mundo clásico. Madrid, Siruela, 2.005, pág. 42].

Ya en el "Pervigilium Veneris" un autor anónimo nos dijo:

Cras amet qui numquam amauit quique amauit cras amet.
Ver nouum, uer iam canorum, uere natus orbis est,
uere concordant amores, uere nubunt alites,
et nemus comam resoluit de maritis imbribus.
Cras amorum copulatrix inter umbras arborum
inplicat casas uirentes de flagello myrteo
Mañana ame quien nunca ha amado y quien ya ha amado mañana ame
Una primavera nueva, una primavera melodiosa, ya llega. En primavera nació el mundo.
En primavera se juntan los enamorados, en primavera se aparean los pájaros,
y el bosque su cabellera libera de los fértiles aguaceros.

Mañana la que une a los amantes a la sombra de los árboles,
trenzará chozas verdeantes con ramas de mirto

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

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Este motivo, tan arcaico, visible en el proceso propio de la naturaleza, será también repetido en la Edad Media, donde la literatura del "amor cortés" y las sucesivas, convertirán a la dama en una rosa/rosal que es modelado por el poeta/caballero para su gozo, en medio del típico jardín de Eros.
[Cfr.: Asiss González, Federico J.- "Los bosques y jardines del fine amour. El hombre y la naturaleza en el imaginario medieval", in Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales, I (2.014), pp. 94-104].

Así, tenemos:

Veris dulcis in tempore
Florenti stat sub arbore
Iuliana cum sorore.
Dulcis amor,
Qui te caret hoc tempore,
Fit vilior.

Ecce florescunt arbores,
Lascive canunt volucres,
Inde tepescunt virgines.
Dulcis amor,
Qui te caret hoc tempore,
Fit vilior.

Ecce florecunt lillia,
Et virgines dant gemina
Summo deorum carmina.
Dulcis amor,
Qui te caret hoc tempore,
Fit vilior.

Si tenerem quam cupio.
In nemore sub folio,
Osculetur cum gaudio.
Dulcis amor,
Qui te caret hoc tempore,
Fit vilior.
En la estación de la dulce primavera
bajo un árbol que está en flor,
Juliana, con su hermana (se halla).
Dulce amor,
Quien de ti carece en este tiempo,
Bien poco vale.

He aquí que ya florecen los árboles,
con voluptuosidad cantan las aves,
y, por ello, se inflaman, las doncellas
.
Dulce amor,
Quien de ti carece en este tiempo,
Bien poco vale.

He aquí que ya florecen los lirios,
y las doncellas cantan alternantes,
para el más grande de los dioses, canciones.
Dulce amor,
Quien de ti carece en este tiempo,
Bien poco vale.

Si tuviera a la que deseo
en el soto, bajo la fronda,
la besaría con gozo.
Dulce amor,
Quien de ti carece en este tiempo,
Bien poco vale.

[Traducción de Raúl Amores Pérez.]

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Durante el Renacimiento, son varias las descripciones de jardines, entre las que destacamos la realiza por Luis de Góngora en su romance titulado “Palacio de la Primavera:

Esperando están la rosa
cuantas contiene un vergel
flores, hijas de la aurora,
bellas cuanto pueden ser.
5 Ella, aunque con majestad,
no debajo de dosel
sino sobre alfombras verdes,
purpúrea se dejó ver;
como a reina de las flores,

10 guarda la ciñe fïel,
si son archas las espinas
que en torno de ella se ven.
Al aparecer le hicieron
una inclinación cortés,
15 y con muy buen aire todas,
que mal pudieran sin él;
no le hicieron reverencia,
aunque todas tienen pies,
porque su inmovilidad
20 su mayor disculpa fue.
El vulgo de esotras hierbas,
sirviéndoles esta vez
de verdes lenguas sus hojas,
la saludaron también.
25 Quién pretende la privanza
de tan gran señora, y quién,
admirando su beldad,
no osa descubrir su fe;
que el Cupido de las flores
30 es la abeja, y si lo es,
sus flechas abrevia todas
en el aguijón crüel;
ella, pues, las solicita,
y las despoja después,
35 por señas, que sus despojos
son dulces como la miel.
Las colores de la reina
vistió galán el clavel
,
príncipe que es, de la sangre,
40 y aun aspirante a ser rey.
En viéndola, dijo: «¡ay!»,
el jacinto, y al papel
lo encomendó, de sus hojas,
por que se pueda leer.
45 Ámbar espira el vestido
del blanco jazmín, de aquel
cuya castidad lasciva
Venus hipócrita es.
La fuente deja, el narciso,
50 que no es poco para él,
y ya no se mira a sí,
admirando lo que ve.
Oh, qué celoso está el lilio,
un mal cortesano que
55 calza siempre borceguí:
debe de ser portugués.
Mosquetas y clavellinas
sus damas son. ¿Qué más quiés,
oh tú que pides lugar,
60 que bel mirar y oler bien?
Las azucenas la sirven
de dueñas de honor, y a fe
que sus diez varas de holanda
les invidian más de diez.
65 Meninas son las violetas,
y muy bien lo pueden ser
las primicias de las flores,
que antes huelen que se ven.
De este real paraíso
70 verde jaula es, un laurel,
de tres dulces ruiseñores
que cantan a dos y a tres.

Guardadamas es un triste,
fruncidísimo ciprés,
75 efecto, al fin, de su fruta
para lo que yo me sé.
Bufones son los estanques,
y en qué lo son lo diré:
en lo frío, lo primero
80 que se me ha de conceder;
en el murmurar contino
y en el reírse, también,
aunque hacen poco ruido,
con ser hombres de placer;
85 en el pedir, y no agua,
que no es de agua su interés,
ni piden lo que no beben,
por siempre jamás, amén.
Este, de la primavera
90 el verde palacio, es,
que cada años se erige
para poco más de un mes:

las flores a las personas
ciertos ejemplos les den,
95 que puede ser yermo hoy
el que fue jardín ayer.


[Obsérvese ese final netamente barroco, de pesimismo y desengaño, y sobre todo, de advertencia]

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Hasta aquí, todo lo dicho nos conduce a dos cuestiones:

a) El motivo primaveral, como estación del amor.

No vamos a examinarlo aquí ahora, pero sí queremos dejar breve referencia, para poder continuar nuestra argumentación. Así:

por una parte, es destacable el empleo del "locus amoenus".

No vamos a hablar aquí ni de su origen homérico, ni de su desarrollo por parte de Teócrito ni de su difusión a través de Virgilio. Dejamos esta cuestión para su análisis detallado en nuestra entrada "locus amoenus".

Pero sí es necesario entrar ahora en la función y aplicación del "locus amoenus", tan usual desde el siglo XI, y recogido por las poéticas como adorno de estilo ("qui pulcher visus locus, effice sit 'paradysus',/ deliciis plenus locus appelletur 'amoenus", decía Ekkehard).

Inscrito en las descripciones de jardines primaverales (en abril y mayo), que en este período medieval se visualizaron como prados, vergeles o jardines cerrados, en los que la naturaleza (plantas y avecillas) invitaba al amor junto al sonido manso de la fuente o arroyo, en una "permanente primavera", el más antiguo en lengua castellana lo hallamos en el robledad de Corpes del "Cantar de Mío Cid".

Mas nos interesa ir describiendo algunos detalles, que van a ser esenciales para la constitución del tópico que analizamos aquí. Analicemos algunos ejemplos:

• El poema de Lucius Caelius Firmianus Lactantius (h. 260-326 d.n.e.) (?), titulado "De ave Phoenice", donde en sus primeros 30 versos describe un verdadero "locus amoenus" con características del Paraíso, distanciándose así del poema semejante de Claudiano titulado "Phoenix" [Callejas Berdones, María Teresa.- "Confrontación del 'De ave Phoenice' de Lactancio y el'Phoenix' de Claudiano", in Cuadernos de Filología Clásica, XX (1.986-1.987), pp. 113-120], pero recogiendo la tradición clásica de la descripción del valle del Tempe de Teócrito (Idilio, XXII), donde decía: "descubrieron una fuente manantial bajo pulida roca, rebosante de linfa pura, mientras las piedrecitas del fondo brillaban allá abajo destellos de plata y cristal. Altos crecían allí cerca los pinos, álamos blancos, plátanos y cipreses de erguidas copas, flores perfumadas (grata labor para las velludas abejas) todas las flores que al acabar la primavera abundan por los prados..."). Dicen así esos versos:

Est locus in primo felix oriente remotus,
Qua patet aeterni maxima porta poli,
Nec tamen aestivos hiemisve propinquus ad ortus
Sed qua sol verno fundit ab axe diem.
Illic planities tractus diffundit apertos, 5
Nec tumulus crescit nec cava vallis hiat;
Sed nostros montes, quorum iuga celsa putantur,
Per bis sex ulnas eminet ille locus.
Hic solis nemus est consitus arbore multa
Lucus perpetuae frondis honore virens. 10
Cum Phaēthonteis flagrasset ab ignibus axis,
Ille locus flammis inviolatus erat;
Et cum diluvium mersisset fluctibus orbem,
Deucalioneas exsuperavit aquas.
Non huc exsangues Morbi, non aegra Senectus, 15
Nec Mors crudelis, nec Metus asper adest,
Nec Scelus infandum, nec opum vesana Cupido,
Aut metus, aut ardens caedis amore Furor;
Luctus acerbus abest, et Egestas obsita pannis,
Et Curae insomnes, et violenta Fames. 20
Non ibi tempestas, nec vis furit horrida venti,
Nec gelido terram rore pruina tegit;
Nulla super campos tendit sua vellera nubes
Nec cadit ex alto turbidus humor aquae.
Sed fons in medio est, quem vivum nomine dicunt, 25
Perspicuus, lenus, dulcibus uber aquis,
Qui semel erumpens per singula tempora mensum
Duodecies undis irrigat omne nemus.
Hic genus arboreum procero stipite surgens
Non lapsura solo mitia poma gerit. 30
...
Existe un lugar bienaventurado, más lejano que el remoto Oriente,
en donde se encuentra la puerta mayor que se abre a lo eterno.
El lugar no está cerca de los ortos, y se acerca a la bóveda celeste
desde el cual el sol en verano derrama su diáfana luz.
Allí hay un campo de planicies abierto en su plenitud, 5
que no tiene ni colinas ni tierras quebradas de otros valles.

Su elevada cumbre considerada,
doce codos más alto se eleva aquel sitio (que nuestros montes).
Allí, el bosque por el Sol es fecundado, con abundancia de árboles
Que están perpetuamente frondosos por su imperecedero follaje
. 10
Cuando por el fuego de Faetón se incendió el cielo,
aquel lugar por las llamas permaneció intocado.
Y cuando el diluvio de Deucalión sumergió todo el orbe,
el sitio se vio elevado por encima de las aguas.
No entran allí las exangües enfermedades ni la decadente vejez, 15
ni la muerte cruel ni el miedo áspero,
ni el crimen nefando, ni la nefasta ambición,
o la envidia, o el delirio que explota en pasión furiosa.
Tampoco llegan el triste llanto ni la dolorosa Indigencia
ni los problemas que no dejan dormir, ni el Hambre furibunda.
20
Allí ni la tempestad ni la fuerza del viento que sopla horriblemente,
Ni la tierra con su gélido rocío el invierno la cubre.
Encima de los campos no tiende su sombra la nube,
ni derrama desde lo alto lluvia torrentosa.
Un fuente, en medio, hay, que dicen es eterna, 25
de agua cristalina, dulce y suave,
que irrumpiendo una vez cada mes,
doce veces (cada año) el agua viva riega todo el bosque.
Aquí hay toda variedad de árboles
de las que largas ramas surgen,
que ofrecen frutas que nunca se acaban.
...

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

• a la lírica trovadoresca, por ejemplo en Raimón Vidal de Besalú en "Abril issi'e mays intrava":
Abril se iba y mayo entraba; todos los pájaros cantaban junto a su pareja, unos altos, otros bajos; atrás quedaban nieves y fríos, así que por todas partes aparecían frutos y flores, con el tiempo claro y la dulce estación (...) Se expanden las ramas, las hojas de los árboles y las flores, y como ya no hay nieve ni fríos, el aire es también más dulce (…) [Es] el tiempo (…) propicio al amor(…)
[Cfr.: Vidal de Besalú, Raimon.- “El arte del juglar”, in Alvar, Carlos (Dir.).- Castigos para celosos, consejos para juglares. Barcelona, Gredos, 1999, pp. 173 y 148 respectivamente]
• o en Bernart de Ventadorm, que decía:
el gentil tiempo de la primavera nos trae, con el verdor fresco, hojas y flores de diverso color; por ello todos los enamorados están alegres y cantan, excepto yo, que me lamento y lloro, porque ninguna alegría me da gusto.
[Riquer, Martín de.- Los trovadores. Historia literaria y textos. Vol. I. Barcelona, Ariel, 1983, pág. 356.]

• a "Razón feita de amor":
Sobre un prado pus mi tiesta;
que nom' fiziese mal la siesta
...
Todas yervas que bien olién
la fuent cerca sí las tenié:
hi es la salvia, hi son as rosas,

hi el lirio e las violas;
otras tantas yervas hi avía
que sól' nombra[r] no las sabría,
mas el olor que d'hi ixía
a omne muerto ressucitaría
;
• a Berceo:
yendo en romería caecí en un prado
verde e bien sencido, de flores bien poblado
,
logar cobdiciaduero pora omne cansado...
";
• al "Libro de Alexandre" (c. 935-940), que siguiendo el "Alexandreis" de Gauthier nos dará el siguiente resultado:
935 En medio de las huestes avié un colladiello,
de la otra planeza más alto un poquiello,
era en la cabeça llano e verdeziello
era un logarejo por verdat apostiello.

936 Estávale en medio un laurel muy anciano,
las ramas muy espessas e el tronco muy sano;
cubrié toda la tierra un vergel muy loçano,
siempre estava verde ivierno e verano.


937 Manával de siniestro una fuent perenal,
nunca se menguaba, ca era natural
;
avié so el rosario fecho grant regajal,
por y fazié su curso com por una canal.

938 Ixié de la fontana una blanda frïor;
de la sombra del árbol, un temprado sabor;
dava el arbolario sonbra e buen olor,
semejaba que era huerto del Crïador.

939 Que por la buena sonbra o que por la fontana,
allí vinién las aves tener la meridiana;
allí fazién los cantos dulçes cada mañana,
mas non y cabié ave si non fues palaçiana.

940 El agua de la fuente deçendié a los prados,
teniélos siempre verdes, de flores colorados
;
avié y grant abondo de diversos venados,
de quantos en el siglo podrién ser fallados.

•a Francisco Imperial, quien será hecho prisionero de amor:
en una floresta de rosas e flores";

• al Marqués de Santillana, que dirá:
por una gentil floresta
de lindas flores e rosas
,
vide tres damas fermosas
que de amores han recuesta
;

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Recordemos que las influencias del "vergel" en España fueron estudiadas por C. R. Post ["Mediaeval Spanish Allegory. Cambridge, Harvard University Press, 1.915] y por P. Le Gentil [La poésie lyrique espagnole et portugaise à la fin du Moyen Âge, 2 vols.,Rennes, 1949-1953.].

Y así hasta llegar a "La Celestina"; pero, y además, en la lírica goliardesca.



Por ser breves en esta cuestión, pongamos un ejemplo del Cancionero de Ripoll:

Aprilis tempore, quo nemus frondibus
et pratum roseis ornatur floribus,
iuventus tenera fervet amoribus.

Fervet amoribus iuventus tenera,
pie cum coincinit omnis avicula
et cantat dulciter silvestris merula.
En el tiempo de abril, cuando el bosque con frondosas
hojas y el prado con rosadas flores se adorna,
la juventud tierna hierve de amores.


Hierve de amores la juventud tierna,
y con su pío trinar hacen un concierto todas las avecillas
y canta dulcemente el mirlo salvaje.

[Traducción de Raúl Amores Pérez.]

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Pues bien, ¿qué queremos destacar de estos elementos? Su carácter hedonista y sensorial.
En efecto, es éste un escenario plenamente sensorial, calmo y hermoso, donde, ciertamente, los cinco sentidos eran activados: la vista y el olfato por la tonalidad de colores y olores hermosos de las diversas flores; el oído por el canto de las aves y el rumor del agua de la fuente o arroyo; el gusto por el sabor fresco de las frutas y las verduras; y el tacto.

Veamos un claro ejemplo medieval, de Geoffroi de Vinsauf (h. 1.210):

Libera planities signatur imagine spherae,
Murmurat in medio vox salientis aquae.
Circulus arboreus faciem cortinat aquarum.
Frondea suppositas umbra sigillat aquas.
Ludit in arboreis avium lascivia ramis.
Vernus aromatico fragrat odore locus.
Fertilitas impregnat humun; duo serta coronant,
Publica commoditas, picta figura, locum.
Gustus et olfactus, oculi pascuntur et aures;
Omnis ibi sensus est satiata fames.

[Cfr.- Faral, Edmond.- Les arts poétiques du XIIe et du XIIIe siècle. Paris, É. Champions, 1.924, pág. 274].

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Este paisaje, no obstante, hay que decir que estuvo presente en la literatura latina de principios del primer milenio, como "locus amoenus" propicio para el amor y descargado del matiz alegórico. Veamos un ejemplo de un tal Reposiano? de hacia el s. III:

La Tierra engalana la arboleda: ya el manso loto da sombra, 37
ya el laurel, ya el mirto. Muestran sus bondades las ramas,
pues entre las frondas relucen bienolientes manzanas.
No crecían hierbas corrientes en aquel bosque: 40
aquí hay lirios que dan blancura a flores rojas,
aquí hay rosas y violetas, aquí se da el regalo de todos los perfumes,
aquí entre caléndulas se alza la cabellera lucida del blando jacinto.
Un paraje digno de amor, pues ofrece tantas bondades.
No brilla sin embargo en estos bosques ni el oro ni la púrpura: 45
flores hacen de cama, flores de somieres, flores de edredones.
La naturaleza opulenta trabaja para los regodeos de Venus.
Aquí había recubierto claros manantiales caña no corriente,
pero con la que acaso Cupido fabrica saetas crueles.
Aquí el bosque sólo es adecuado para amoríos de la Pafia, 50
aquí suele esperar a Marte. ¿Por qué, Gracia, te paras?
¿Por qué os paráis, Cárites? ¿Por qué, niño cruel, no trenzas lirios?
Alfombra tú el lecho de rosas, prepara tú guirnaldas
y con un nudo de rosas traba elegantemente la melena.

Que ella, cortando ya la roja flor con su dedo, 55
lance suspiros que lleven arranques de su perfume;
en cambio a ti que tierna mano te meta [otra igual] en el pecho;
tú, para que no te lastime la espina del rojo rosal,
quítale las ramas y aprieta los suaves capullitos:
así deben disfrutar las muchachas en el bosque de Venus.
60
[Socas, Francisco.- Antología Latina. Repertorio de poemas extraídos de códices y libros impresos. Tomo I. Madrid, Gredos, 2.011, pp. 256-257. Se corresponde con el núm. 253, pertenecientes al Códice Salmasiano (Parisino 10318)].

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Además, este paisaje, propio de las alegorías medievales (y tan visible en Berceo), tan recurrente en la literatura goliardesca de los siglos XII y XIII que irá haciendo desaparecer ese carácter alegórico, se irá convirtiendo paulatinamente de nuevo en el antiguo escenario de los clásicos para el amor, como ocurrirá en la poesía de cancionero de los siglos XIV y XV, por influjo claro de las "pastorelas" provenzales. Ya hemos visto cómo se descargó de ese carácter en "Razón feita d'Amor", por ejemplo.
[Cfr.: Hernández Valcárcel, María del Carmen.- "El locus amoenus en la Edad Media", in Simposio Virgiliano conmmemorativo del bimilenario de la muerte de Virgilio. Murcia, Univ. de Murcia-EDITUM, 1.984, pp. 321-340].

Ello nos conduce a detenernos en el "Diálogo entre el amor y un viejo", de Rodrigo de Cota, quien describirá el cuerpo de éste como un "locus amoenus" decrépito, mostrando alegóricamente la "juventud perdida":

Cuanto más que este vergel 10
no produce locas flores,
ni los frutos y dulzores
que solías hallar en él
.

Sus verduras y follajes
y delicados frutales,
15
hechos son todos salvajes,
convertidos en linajes
de natios de eriales.

La beldad de este jardín
ya no temo que la halles, 20
ni las ordenadas calles,
ni los muros de jazmín,

ni los arroyos corrientes,
de vivas aguas notables
,
ni las albercas y fuentes, 25
ni las aves producientes
de cantos tan consolables
.
Ya la casa se deshizo,
de sutil labor estraña,
y tornóse esta cabaña 30
de cañuelas de carrizo.

De los frutos hice truecos
por escaparme de ti,
por aquellos troncos secos,
carcomidos, todos huecos, 35
que parecen cerca mí.

Sal del huerto, miserable;
ve buscar dulce floresta;
que tú no puedes en esta
hacer vida deleitable,
40

ni tú ni tus servidores
podéis estar conmigo;
que aunque estén llenos de flores,
yo sé bien cuántos dolores
ellos traen siempre consigo.
45


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Una vez eliminado su correlato alegórico, este vergel, poco a poco adquirirá nueva significación, convirtiéndose en un lugar florido, donde LA DONCELLA RECOGE ROSAS (adquiriendo una connotación clara de sexualidad, de pérdida de la virginidad, según el cancionero tradicional):

levantéme, o madre,
mañanica frida,
fui cortar la rosa,
la rosa florida
;

y a lo que haremos mención más abajo. Esa recarga sensual y erótica es evidente en el poema titulado "En un vergel delicioso", de fray Diego de Valencia (1.350-1.412), que fue considerado por Menéndez Pelayo como el mejor poema de amor del Cancionero de Baena, y de clara explicación sexual, donde podemos observar que

"el amante puede gozar del cuerpo de su amada, llegando incluso a la penetración en ese vergel deleitoso de entrada oscura, pero sometiéndose a un esfuerzo de contención que evite la eyaculación que podría poner en peligro el honor de la dama y de su familia ('de morar muy peligroso')
[Cfr.: VÁzquez García F. et Moreno Mengíbar, A..- Sexo y Razón. Una genealogía de la moral sexual en España (siglos XVI-XX). Madrid, Akal, 1.997, pp. 368-369].

El poema dice así:

En un vergel deleitoso
fui a entrar por mi ventura
donde hallé toda dulzura
y gran placer muy sabroso;

::::::::::::::::
la entrada me fue oscura,
obrado fue por natura
de morar muy peligroso.

En muy espesa montaña
este vergel fue plantado,
de todas partes cercado
de ribera muy extraña;
al que una vez se baña
en su fuente perennal.
según curso habitual,
la dulzura lo engaña.

Pumas y muchas milgranas
lo cercan de toda parte,
no hay hombre que no se harte
de las sus frutas tempranas
;
mas, amigos, no son sanas
para quien de ellas mucho usa,
que usando no se escusa
que no mengüen las manzanas.

Calandrias y ruiseñores
en él cantan noche y día
,
y facen gran melodía
en dislayos y discores,
y otras aves mejores,
papagayos,filomenas,
en él cantan las serenas
que adormecen con amores.

La entrada del vergel
a mí fue siempre defesa
,
mas, amigos, no me pesa
por saber cuánto hay en él;
es más dulce que la miel
el rocío que de él mana,
que toda tristeza sana
el placer que sale de él
.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Por otra, es así como la imagen del "jardín de las rosas" (las rosas no tuvieron espinas hasta que se cometió el pecado mortal en Edén, y éstas tienen la función de recordarnoslo), del "vergel del paraíso", y del símbolo de la Virgen María, tendrán como desarrollo floral, fundamentalmente a partir del siglo XIII, al lirio (símbolo de pureza desde "El Cantar de los Cantares") y a la rosa (belleza y dolor, pero también, como aparece en el Cancionero de Upsala:

Soy la sin espina rosa,
Que Salomón canta y glosa
,
'Nigra sum sed formosa',
Y por mi se cantarà.)

Este motivo ya tuvo su debate en el poema de Sedulio Scoto (del s.IX), titulado "De rosae liliique certamine" (Contienda del lirio y de la rosa)", en el que se decía:
O rosa pulchra tace, tua gloria claret in orbe
36 regia sed nitidis dominentur lilia sceptris.
... Tu rosa martyribus rutilam das stemmate palmam,
41 Lilia virgineas turbas decorate stolatas.

Así,la rosa se relacionará con María, el martirio y los santos, modelo que se repetirá en las canciones de los trovadores o en las Cantigas de Santa María, donde Alfonso X decía:

Rosa das rosas e Fror das frores,
Dona das donas, Sennor das sennores.
Rosa de beldad' e de parecer
e Fror d'alegría e de prazer:

O en Dante, que describía a la Virgen María como "rosa mística", etc.


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b) La perpetuación de la imagen: amor = rosa.

Tal es así,que las "definitiones amoris" medievales siempre relacionan el amor con la rosa. Así, Juan del Encina en "Pues amas, amador triste" llama al amor "una rosa en abrojos", Jiménez de Urrea en "Gran plazer siento yo ya" dice que es un "laberinto de rosas",

[Alonso, Álvaro.- "La rosa en la poesía de amor del siglo XV", in Creneida, 1 (2.013), pp. 30-46.
Chas Aguión, Antonio.- "El amor ha tales mañas. Descriptio Amoris en la poesía de Cancionero", in Cancionero General, 2 (2.004),pp. 9-32.]

§ ROSA COMO IMAGEN SEXUAL.

Por otro lado, interesante es recordar que el símbolo y la relación entre la rosa y doncellez, y que el hombre "desflora", "desvirga" es antiquísimo en nuestra cultura mediterránea (no obstante, recordemos que la expresión griega para este acto era "desatar el ceñidor -cinturón- de la virginidad", "romper los lazos de la virginidad"...). En efecto, la imagen del sexo femenino igual a la rosa ya fue establecida claramente, de manera que no es raro localizar diversos ejemplos.


Así, Rufino (entre el s. I y IV d.n.e.) escribió:

Entre ellas riñeron Ródope, Mélite y Rodoclea:
"de las tres, ¿cuál tiene el más poderoso muslo? Y juez me eligieron. Como diosas admirables
quedaron desnudas de pie, rociadas de néctar.
Y de Ródope brillaba el centro de los muslos venerable,
cual rosas, abierto por un fuerte céfiro...

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O este otro poema del mismo autor, insistiendo en la imagen, nos dirá:

Las nalgas de tres juzgué yo mismo,pues ellas me eligieron
para mostrar el esplendor desnudo de sus cuerpos.
Y ésta, con el sello de unas sonrisas redondeadas,
florecía en sus glúteos con blanca suavidad;
de ésa, abierta de piernas, se ruborizó la nívea carne,
más roja incluso que una rosa de púrpura;

mientras, aquélla, serena, rompía con suave oleaje,
estremeciéndose ella sola en su delicada piel.
Si el juez de las diosas hubiera contemplado estas nalgas
ni tan sólo mirar hubiera querido las anteriores.

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Dioscórides (s. III d.n.e.) nos cantó en un epigrama:

A Dóride, la de nalgas de rosa, en mi lecho he tensado
y he sido inmortal en sus lozanos abrazos.
Pues ella abrió sobre mí sus piernas sobrenaturales
y llegó sin detenerse al final de la carrera de Cipris
con una mirada lánguida; y como batidos por el viento,
cuando se movía, se estremecían brillantes sus pétalos,
hasta que de ambos manó la blanca energía,
y Dóride se desmayó con el cuerpo inerte.

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Y Catulo también expresó en un epitalamio:

Vesper adest: iuuenes, consurgite! Vesper Olympo
expectata diu uix tandem lumina tollit.
surgere iam tempus, iam pinguis linquere mensas:
iam ueniet uirgo, iam dicetur hymenaeus.
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee! 5

cernitis, innuptae, iuuenes? consurgite contra!
nimirum Oetaeos ostendit Noctifer ignes.
sic certe est: uiden, ut perniciter exiluere?
non temere exiluere: canent, quod uincere par est.
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee! 10

non facilis nobis, aequales, palma parata est:
aspicite, innuptae secum ut meditata requirunt!
non frustra meditantur: habent, memorabile quod sit;
nec mirum, penitus quae tota mente laborant.
nos alio mentes, alio diuisimus aures: 15
iure igitur uincemur: amat uictoria curam.
quare nunc animos saltem conuertite uestros!
dicere iam incipient, iam respondere decebit.
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee!

Hespere, quis caelo fertur crudelior ignis? 20
qui natam possis conplexu auellere matris,
conplexu matris retinentem auellere natam
et iuueni ardenti castam donare puellam.
quid faciunt hostes capta crudelius urbe?
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee! 25

Hespere, quis caelo lucet iocundior ignis?
qui desponsa tua firmes conubia flamma,
quae pepigere uiri, pepigerunt ante parentes
nec iunxere prius, quam se tuus extulit ardor.
quid datur a diuis felici optatius hora? 30
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee!

Hesperus e nobis, aequales, abstulit unam.
namque suo aduentu fert omnibus ille pericla;
nocte timent cuncti, nisi quos aliena petentes,
Hespere, tu radiis properas accendere blandis. 35
at libet iniusta pueris te extollere laude.
quid tum, si laudant, sibi mox quem quisque timebunt?
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee!

Hespere, te innuptae nunc falso crimine laedunt:>
namque tuo aduentu uigilat custodia semper. 40
nocte latent fures, quos idem saepe reuertens,
Hespere, mutato comprendis nomine Eous.
at lubet innuptis ficto te carpere questu.
quid tum, si carpunt, tacita quem mente requirunt?
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee! 45

ut flos in saeptis secretus nascitur hortis,
ignotus pecori, nullo conuolsus aratro,
quem mulcent aurae, firmat sol, educat imber;
multi illum pueri, multae optauere puellae;
idem cum tenui carptus defloruit ungui, 50
nulli illum pueri, nullae optauere puellae:
sic uirgo, dum intacta manet, dum cara suis est:
cum castum amisit polluto corpore florem,
nec pueris iocunda manet nec cara puellis.
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee! 55

ut uidua in nudo uitis quae nascitur aruo,
numquam se extollit, numquam mitem educat uuam,
sed tenerum prono deflectens pondere corpus
iam iam contingit summum radice flagellum;
hanc nulli agricolae, nulli coluere iuuenci; 60
at si forte eadem est ulmo coniuncta marito,
multi illam agricolae, multi coluere iuuenci:
sic uirgo, dum intacta manet, dum inculta senescit;
cum par conubium maturo tempore adepta est,
cara uiro magis et minus est inuisa parenti. 65
et tu ne pugna cum tali coniuge, uirgo!
non aequom est pugnare, pater cui tradidit ipse,
pater cum matre, quibus parere necesse est.
uirginitas non tota tua est, ex parte parentum est:
tertia pars patri est, pars est data tertia matri, 70
tertia sola tua est: noli pugnare duobus,
qui genero sua iura simul cum dote dederunt.
Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee!
Véspero se acerca. ¡Jóvenes, levantaos! Véspero, desde el Olimpo,
eleva apenas por fin sus luces, tanto tiempo esperadas.
De levantarse es ya tiempo, ya de dejar las colmadas mesas;
ya va a venir la doncella, ya va a cantarse el himeneo.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo. 5

¿Veis, doncellas, a los jóvenes? ¡Levantaos en contra!
Claramente el Lucero vespertino muestra sus fuegos desde el Eta.
Así en verdad es: ¿no ves con qué vivacidad se han puesto en pie?
No por casualidad lo han hecho: cantarán porque les interesa vencer.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo. 10

Compañeros, no se nos ha puesto fácil la victoria:
daos cuenta de cómo las muchachas rememoran lo que han cavilado en su interior.
No cavilan en vano; tienen algo que puede ser digno de recuerdo.
Y no es de extrañar, que ellas se esfuerzan con ahínco con toda su alma.
Nosotros hemos separado a un lado la cabeza y a otro los oídos; 15
así que nos vencerán con justicia: la victoria ama el esmero.
Por eso, ahora al menos fijad vuestra atención:
van a empezar a cantar ya, habrá que responder de inmediato.
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.

Héspero, ¿qué fuego se mueve en el cielo más cruel que tú, 20
que serías capaz de arrancar a una hija del regazo de su madre,
arrancar del regazo de su madre a una hija que a él se aferra
y regalarla casta muchacha a un fogoso joven?
¿Hacen algo más cruel los enemigos tras tomar una ciudad?
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo. 25

Héspero, ¿qué fuego luce en el cielo más portador de dicha que tú,
que sellas con tu llama los esponsorios prometidos
que pactaron los varones y, de antemano, pactaron sus padres,
aunque no los ataron antes de levantarse tu fulgor?
¿Qué cosa más deseable conceden los dioses que esta hora feliz? 30
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.

Héspero, compañeras, se llevó a una de nosotras.
Con su llegada,verdaderamente, nos trae a todas peligros.
De noche todos lo temen excepto los que persiguen lo ajeno,
a quienes tú, Héspero, te apresuras a aguijonear con tus persuasivos rayos. 35
Pero les toca a los muchachos ensalzarte con injustos elogios.
¿Qué, si te elogian a ti, de quien pronto todos tendrán miedo?
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.

Héspero, ahora las muchachas te atacan con falsas imputaciones.
Pues con tu llegada la guardia está siempre vigilante. 40
De noche se esconden los ladrones a los que tú a menudo, en tu retorno,
Héspero, sorprendes cambiando tu nombre en Lucero matutino.
Pero ¡cuánto gusta a las muchachas, con fingidas quejas, zaherirte!
Pero, ¿qué importa, si zahieren al que andan buscando con intenciones no confesadas?
Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo. 45

Como una flor nace oculta en cercados jardines,
inaccesible para el ganado, por ningún arado herida,
y que acarician las brisas, fortalece el sol, hace crecer la lluvia;
muchos muchachos la desean, y muchas muchachas.
Pero, cuando arrancada con fina uña se ha marchitado, 50
ningún muchacho la desea ni muchacha alguna:
así, la doncella, mientras permanece pura, mientras, es grata a los suyos;
cuando ha perdido, tras manchar su cuerpo, su casta flor,
ni resulta encantadora a los muchachos ni grata a las muchachas.

Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo. 55

Como una viña solitaria que nace en un campo yermo
nunca crece, nunca produce dulce uva,
sino que, doblando su leve cuerpo por el peso que la empuja hacia el suelo,
ya casi toca con su raíz lo más alto del sarmiento,
y ningún campesino, ningún novillo la cultivan; 60
pero, si por suerte ella misma está unida en maridaje con un olmo,
la cultivan muchos campesinos y muchos novillos:
así, la doncella, mientras permanece sin que nadie la toque, mientras, envejece sin cultivo;
cuando ha conseguido un casamiento adecuado a su debido tiempo,
es más grata a su marido y menos enojosa para su padre. 65
Y tú, doncella, no luches con un esposo de tal valía.
No es justo luchar contra aquel a quien tu propio padre te entregó,
tu propio padre con tu madre, a quienes debes obedecer.
Tu virginidad no es completamente tuya, en parte es de tus padres:
un tercio es de tu padre, otro tercio corresponde a tu madre, 70
sólo un tercio es tuyo; no luches con los dos,
que entregaron a un yerno sus derechos juntamente con la dote.

Himen oh Himeneo, ven, Himen oh Himeneo.

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Compárese con la imitación de Ludovico Ariosto.

Orlando Furioso, Canto I, octavas 42-43,
de Ludovico Ariosto (1.474-1.532)

La verginella è simile alla rosa,
ch' in bel giardin su la nativa spina
mentre sola e sicura si riposa,
né gregge né pastor se le avicina;
l' aura soave e l' alba rugiadosa,
l' acqua, la terra al suo favor s' inchina:
gioveni vaghi e donne inamorate
amano averne e seni e tempie ornate.

Ma non sì tosto dal materno stelo
rimossa viene e dal suo ceppo verde,
che quanto avea dagli uomini e dal cielo
favor, grazia e bellezza, tutto perde.
La vergine che 'l fior, di che più zelo
che de' begli occhi e de la vita aver de',
lascia altrui côrre, il pregio ch' avea inanti
perde nel cor di tutti gli altri amanti.
La virgen es semejante a la rosa,
que en su bello jardín bajo la nativa espina (se refugia);
allí sola y segura reposa,
Ni rebaño ni pastor se le acerca;
El aura suave y el alba rugidora,
El agua, la tierra a su favor se inclina:
Jóvenes ociosos y damas enamoradas
Quieren tenerla y pechos y templos adornar.

Pero en cuanto del materno tallo
es tronchada y de su cepo verde,
cuanto tuvo de los hombres y del cielo:
favor, gracia y belleza, todo pierde.

La virgen que, la flor, de la que más celo
que de sus ojos y de la vida debe tener,
deja que otro la coja, el mérito que tenía innato
pierde en el corazón de todos los otros amantes.

[Traducción de Raúl Amores Pérez]

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La relación ha permanecido fijada en nuestra cultura. Así, en castellano, bástenos recordar los cantares populares del tipo

Dentro en el vergel
moriré,
dentro en el rrosal
matarm’an.

Yo m’iva, mi madre,
las rrosas coger,
hallé mis amores
dentro en el vergel.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

O romances como aquel que dice:

Esa guirnalda de rosas,
hija, ¿quién te la endonara?

—Donómela un caballero
que por mi puerta pasara,
tomárame por la mano,
a su casa me llevara,
en un portalico escuro
conmigo se deleitara,
echóme en cama de rosas
en la cual nunca fuí echada,
hízome —no sé que hizo—
que dél vengo enamorada:
traigo, madre, la camisa
de sangre toda manchada.


—¡Oh sobresalto rabioso!
¡Que mi ánima es turbada!
Si dices verdad, mi hija,
tu honra no vale nada
que la gente es maldiciente,
luego serás deshonrada.

—Calledes, madre, calledes,
calléis, madre muy amada,
que mas vale un buen amigo
que no ser mal maridada.
Dame el buen amigo, madre,
buen mantillo y buena saya:
la que cobra mal marido
vive malaventurada.

—Hija, pues queréis así,
tú contenta, yo pagada.

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Quizá lo vemos mejor en este ejemplo que nos ofrece Pedro de Padilla:

■ Quién entrase a ver las rosas,
de Pedro de Padilla (1.540-1.599).

Quién entrase a ver las rosas,
señora, en vuestro rosal!

¡Quién entrase a ver las rosas,
o se osase aventurar!

-¿Quién te metió, cauallero,
quién te metió en esta güerta?
-O la guarda no está aý
o me abriste tú la puerta
con palabras de encantar.

¡Quién entrase a ver las rosas,
o se osase aventurar!

¡O qué vergel tan viçioso,
si estuuiese bien curado,
las rosas que cortan dél
tirauan a colorado!
¡O quién fuera el ortelano
para auello de curar!
¡Quién entrase a ver las rosas,
o se osase aventurar!

Cogollos y nueuas baras
lleuará, si curan dél,
con raýzes aplantadas,
rosas de bel parezer,
perfetas en el color
mucho más que el hazaar.
¡Quién entrase a ver las rosas,
o se osase aventurar!

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Y también en las variadas composiciones denominadas de "gustos de amores" del Siglo de Oro, como aquella letrilla atribuida a Góngora que decía:

■ Letrilla, Que entre los gustos de amores,
de Luis de Góngora y Argote (1.561-1.627).

...
Que esté el padre confiado
en que su hija es doncella,
porque siempre ha visto en ella
un término muy honrado,
pero que viva engañado
porque hubo quien a pie enjuto
cogió flor y dejó fruto,
trocando tanto por tanto,
no me espanto.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

O aquel soneto de Ignacio María Acosta, que se expresaba así:

■ Soneto, La rosa de la sabana,
de Ignacio María Acosta y Guerra (1.814-1.871).

Nace fragante, delicada, hermosa,
Rica en colores, tímida y galana,
Entre perlas que riega la mañana
En verde tallo la encendida rosa.

El aura la acaricia voluptuosa;
En agradarla el colibrí se afana
Y es la rosa gentil de la sabana
El dulce hechizo, la adorada diosa.

Pero si envuelto en polvoroso aliento
Con torpe labio
y bárbara inclemencia
Besa la flor el huracán violento,

Entonces mustia, sin color ni esencia,
Muere infeliz, cual muere en un momento,
Al contado del vicio, la inocencia.

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■ Rosas,
de Dulce María Loynaz Muñoz (1.902-1.997)

En mi jardín hay rosas:
Yo no te quiero dar las rosas
que mañana...
mañana no tendrás.


En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy,
que tienen alas para volar ...

En mi jardín abejas
labran fino panal:
¡Dulzura de un minuto...
no te la quiero dar!


Para ti lo infinito o nada;
lo inmortal o esta muda tristeza
que no comprenderás ...
La tristeza sin nombre de no tener que dar
a quien lleva en la frente algo de eternidad ...

Deja, deja el jardín...
No toques el rosal:
las cosas que se mueren
no se deben tocar.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Asimismo, como ya señaló Margit Frank Alatorre [Entre folklore y literatura. México, El Colegio de México, 1979, p. 70; y Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII). Méjico, Fondo de Cultura Económica, 2003, para ver múltiples ejemplos], este motivo "símbolo antiquísimo y universal que, convertido en cliché, pierde mil veces su original sentido. La rosa es la doncellez (o la doncella misma); el hombre la "corta" (desflora la planta)", ha llegado hasta nuestro días, tanto en la cultura tradicional oral como en la culta, y que podemos resumir en estos versos:

La rosita del rosal
si no se coge, se pasa,
lo mismo te pasará a ti,
si tu padre no te casa.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

La lírica tradicional, efectivamente, siempre ha llevado en la imagen de la rosa el motivo del encuentro sexual. Recordemos cómo en la "Comedia Thebaida" se dice: "rosa fresca, rosa fresca,/ rosa fresca y con amor", y que Garci Sánchez de Badajoz glosó así:

Rosa fresca, rosa fresca
tan garrida y con amor

quando yos tuue en mis braços
no vos supe seruir no
y agora que os seruiría
no vos puedo yo auer no.

-Vuestra fue la culpa amigo,
vuestra fue que mía no.
Embiastes me vna carta
con vn vuestro seruidor
y en lugar de recabdar
él dixera otra razón,
qu' érades casado amigo
allá en tierras de León,
que tenéys muger hermosa
y hijos como vna flor.

-Quien os lo dixo señora
no vos dixo verdad, non,
que yo nunca entré en Castilla
ni allá en tierras de León,
si no quando era pequeño
que no sabía de amor.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

O aquel cantar tradicional que decía:

A la gala de la rosa bella,
a la gala del galán que la lleva.
A la gala de la bella rosa,
a la gala del galán que la goza.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

E igualmente aquellos otros versos que señalaban:

La mañana de san Juan, MOZAS,
VAMOS A COGER ROSAS.

donde se entremezclan el referente erótico y sexual de la noche de san Juan con la evocación clara de "collige, virgo, rosas", y que luego glosó Lope de Vega de esta manera:

■ La hermosura aborrecida, Parte VII,
de Lope Félix de Vega (1.562-1.635).

La mañana de san Juan, mozas,
vámonos a coger rosas.

Pues que tan clara amanece...
Vamos a coger rosas.
Y todo el campo florece.
Vamos a coger rosas.
Aquí hay verbena olorosa.
Vamos a coger rosas,
la mañana de san Juan, mozas,
vámonos a coger rosas.

Adonde cantan las aves...
Vamos a coger rosas.
Y corren fuentes suaves.
Vamos a coger rosas.
Allí convida la sombra.
Vamos a coger rosas,
la mañana de san Juan, mozas,
vámonos a coger rosas.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

En cualquier caso, tenemos que especificar que

"La vinculación de la rosa y el rosal como 'locus amoenus' donde se encuentran los amantes, es un tópico de la lírica tradicional utilizado en la poesía de cancionero con un fin distinto. En la primera de ellas, el rosal configura como un lugar propicio para el encuentro amoroso; a este respecto, recuerdo las palabras que le dice una niña a su madre, sacadas de una composición de Gil Vicente (nº 92): «de lá venho, madre, / de ribas de um rio; / achei meus amores / num rosal florido» (Frenk, 2010: 85; vv. 3-6). Por otra parte, el rosal en la lírica cancioneril supone simplemente el lugar de florecimiento de la rosa, por lo que la identificación de la dama como rosa del rosal se hace hasta cierto punto productiva en nuestro primer cancionero. Otros ejemplos de este tópico: Ferrán Manuel de Lando, «Señor, mucho andades fuera» (ID1405 R 1404; Dutton y González Cuenca, 1993: 471-472), v. 31-32: «más fermosa que Paraíso / nin la rosa en el rosal».
[González de la Higuera Garrido, David.- La caracterización femenina en la poesía amorosa de Cancionero: Baena, Palacio, Herberay y Estúñiga. Trabajo fin de Master Universitario en Literatura Española de la Facultad de Filología de la Univ. Complutense de Madrid. 2.015. Nota 51, pág. 25.]


La evolución de la simbología de la rosa se desarrolló tan profusamente que llegó a ser una metáfora consistente en dar nombre de "flor", de "rosa", a "los favores amorosos concedidos por la dama": aludimos, por ejemplo, a la cantiga de amores de Alfonso XI (1.312-1.350) dirigida a doña Leonor de Guzmán, donde dice,

En un tiempo cogí flores
del muy noble paraíso,

cuitado de mis amores
y del su fermoso riso.

Y siempre vivo en dolor
y no lo puedo ya sufrir,
más me valiera la muerte
que en este mundo vivir.

Yo con cuidado de amores
os lo vengo dizer,
que es de esta mi señora
que mucho deseo tener.

En el tiempo en que solía
yo coger de estas flores,
yo cuidado no tenía
desde que vi sus amores.


Y no sé por qué ventura
esto vino a fenecer,
si lo hizo mi pecado,
si lo hizo el mal dizer.

(Se repite el estribillo.)

No creáis, señora mía,
el mal decir de las gentes,
pues mi muerte llegaría
si en ello paráis las mientes.

¡Ay, señora, noble rosa,
merced os vengo a pedir,
fiaros de mi dolor
y no me dejéis morir!

(Se repite el estribillo.)

Yo soy la flor de las flores,
de que tú coger solías,
cuitado de mis amores
bien sé lo que tú querías.


Dioslo puso de tal modo
que te lopuedo cumplir:
antes quisiera mi muerte
que no el verte a ti morir.

(Se repite el estribillo.)

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Así, el poeta-galán "cogerá rosas (flores) del jardín (vergel) de su amada".

Compárese pues esta interesantísima evolución:

COGE--DONCELLA--ROSAS
COJO-YO (GALÁN)-ROSAS

[Cfr.: Alonso, ÁLvaro.- "La rosa en la poesía de amor del siglo XV", in Creneida, 1 (2-013), pp. 30-46.]

J. A. Pociña López, no recuerda que

«parece que em todas as culturas haja um sentido altamente metafórico da flor em geral, como dotado de uma grande cárrega de senso fundamentalmente feminino, e com importantes conotações eróticas¸ mas ao mesmo tempo (ou em niveis e graus bem distintos) místicas»
[«A rosa como motivo simbólico na lírica de tipo tradicional de Gil Vicente», Moenia, 6 (2000), pp. 305.]

De hecho, C. Ripa, por ejemplo, en su alegoría del "placer", nos dice que

Las rosas siempre estuvieron dedicadas a Venus, como hermosas incitadoras al placer, a causa de la suavidad y delicadeza de su olor que indica y simboliza las cualidades de los goces amorosos, representándose,además,con idéntico símbolo, la corta y débil duración a la que alcanzan.
[Ripa, Cesare.- Iconología. Roma, 1.593, Vol. II, pág. 213]

Pero tenemos también casos en que el motivo se desvía, como en las "Coplas de vicios y virtudes", citado por González de Escandón, donde observamos que no se incita al goce, sino que sirve la rosa como ejemplificación de la miseria humana:

Oh falsa gloria mundana!
¡Oh sombra vana y baldía!
¡Oh flores de la mañana
marchitas al mediodía!

El bien que a tercia se gana
a completas va su vía.
Mísera la gente humana.
Que de tal gloria confía
".

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

§ ROSA = TIEMPO BREVE.

Desde el origen del tópico, la rosa ha sido vista como una imagen del paso del tiempo.

Es por ello que el tópico exhorta, invita, a gozar del amor (simbolizado también en la rosa: "la rosa es el guardián precioso del amor", dijo en un verso Jean Antoine de Baif -1.532/1.589-) antes de que el tiempo nos robe nuestros mejores años: "goza del amor antes de que seas vieja, muchacha", sería la expresión que usaríamos hoy, y que Quevedo expresó así:

Tu edad se pasará mientras lo dudas;
de ayer te habrás de arrepentir mañana,
y tarde y con dolor serás discreta.

Y es que, en efecto, este será uno de los motivos complementarios que se repetirán en el tópico, el de la llegada de la inminente e inevitable vejez, que luego derivará en la reflexión sobre la irrecuperabilidad del tiempo, sobre la mirada hacia atrás, y el descubrimiento de que la vida es un punto. Así lo expresará Quevedo: "ayer se fue, mañana no ha llegado;/ hoy se está yendo sin parar un punto".

Safo de Lesbos, en su último poema encontrado, cantó esta cuestión así:

■ Resignación",
de Safo de Lesbos (ss. VII-VI a.d.n.e.).

Vosotras cuidad, hijas, de los dones hermosos de las Musas
de fragante regazo, y de la vibrante lira compañera del canto.
Pero mi piel que antes fue tan suave la sometió ya la vejez
y blancos se han vuelto mis negros cabellos de antaño
.
Pesado se ha hecho mi ánimo, y no me sostienen las rodillas
que otro tiempo fueron tan ágiles como corzas en la danza.
De eso me lamento día tras día. ¿Pero qué puedo hacer?
Cuando se es humano, no es posible dejar de envejecer.
De Titono, en efecto, contaban que la Aurora de brazos de rosa,
inflamada de amor, lo raptó
para llevarlo al confín de la tierra
porque era bello y joven. Mas de igual modo a él con el tiempo
lo atrapó la grisácea vejez, aun teniendo una esposa divina.

[Traducción de Carlos García Gual.]

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La imagen de la rosa y su vida breve, marchitándose la expresó muy bien Ovidio, aunque dirigiéndose a los hombres, en estos versos:

■ Arte de amar, Liber II, vv. 113-118,
de Publio Ovidio Nasón (43 a.d.n.e.-17 d.n.e.).

forma bonum fragile est, quantumque accedit ad annos
fit minor, et spatio carpitur ipsa suo.
nec uiolae semper nec hiantia lilia florent, 115
et riget amissa spina relicta rosa.
et tibi iam uenient cani, formose, capilli,
iam uenient rugae, quae tibi corpus arent.
La forma bella frágil es, y cuando avanza en años
se hace menor, y se marchita por su misma duración.

Ni las violetas ni los lirios siempre con sus corolas abiertas florecen,
y rígida, perdida la vida, sólo sus espinas conserva la rosa.
Y a ti, ya llegarán, oh hermoso, los canos cabellos,
ya vendrán las arrugas, que en el cuerpo (surcos) te labren.
[Traducción de Raúl Amores Pérez].

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Estratón de Sardes (la Antología Planúdea lo atribuye a Meleagro"), en un epigrama efébico dijo:

Si de tu belleza te jactas,piensa que también la rosa florece,
pero se marchita repentinamente,
y con el estiércol se desecha.
Flor y belleza, pues, al mismo tiempo obtienen por destino:
a éstas por igual las marchita el envidioso tiempo".
[González Rincón, Manuel (ed.).- Epigramas. Sevilla, Univ. de Sevilla, 1.996, pág. 72.]
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Y se expuso también claramente en el himno medieval francés (s. XII), "Omnis mundi creatura", que compara la condición humana con la rosa, por su caducidad [Vid.: Rouillé, Florent.- "L'hymne 'Omnis mundi creatura',une miniature de l'Anticlaudien d'Alain de Lille (xIIe s.)?", in Camence, 1 (2.007), pág. 8.]. Veámoslo:

Omnis mundi creatura
Quasi liber et pictura
Nobis est et speculum;
Nostre vite, nostre mortis,
Nostri status,nostre sortie
Fidele signaculum.

Nostrum statum pingit rosa,
Nostri status decens glosa,
Nostre vite lectio,
Quae dum primo mane floret
Defloratus flos effloret
Vespertino senio.

Ergo spirans flos expirat
In pallorem dum delirat
Oriendo moriens;
Simul vetus et novella,
Simul senex et puella,
Rosa marcet oriens.

Sic etatis ver humane
Juventutis primo mane
Reflorescit paululum;
Mane tamen hoc excludit
Vite vesper, dum concludit
Vitale crepusculum.

Cujus decor dum perorat
Ejus decus mox deflorat
Etas in qua defluit;
Fit flos fenum, gemma lutum,
Homo cinis, dum tributum
Homo morti tribuit.

Cujus vita, cujus esse
Pena, labor et necesse
Vitam morte claudere;
Sic mors vitam, risum luctus,
Umbra diem, portum fluctus,
Mane claudit vespere.

In nos primum dat insultum
Pena mortis gerens vultum,
Labor, mortis histrio;
Nos proponit in laborem,
Nos assumit in dolorem,
Mortis est conclusio.

Ergo clausum sub hac lege
Statum tuum, homo, lege,
Tuum esse respice,
Quid fuisti nasciturus,
Quid sis presens, quid futurus,
Diligenter inspice.

Luge penam, culpam frange,
Motus frena, fastum frange,
Pone supercilia;
Mentis rector et auriga,
Mentem rege, fluxus riga,
Ne fluant in devia.
Toda criatura del mundo
como un libro, como una pintura,
para nosotros es, como un espejo;
nuestra vida, nuestra muerte,
nuestra condición, nuestro destino
ciertamente está escrito.


Nuestra condición está pintada de color rosa,
nuestra condición (está escrita) en bella glosa,
de nuestra vida lección,
mientras primero por la mañana florece,
desflorada, está en flor
en la vejez de la noche.


Pues respira la flor que expira
en su palidez mientras que delira
en su nacimiento muriendo;
a la vez antigua y nueva,
a la vez vieja y niña,
la rosa se marchita al nacer.


Así la primavera de la edad humana,
en el primer amanecer de la juventud,
florece poco a poco;
y así como esta mañana es excluida
por la el crepúsculo de la vida, así concluye
el crepúsculo vital.


Y mientras de aquélla su belleza perora,
la belleza pronto desflora
la edad en la que fluye;
Se hace la flor de paja, la gema barro,
el hombre ceniza, pues el tributo
el hombre a la muerte debe pagar.


Pues su vida, su ser,
(son) pena, trabajo y necesidad:
la vida a la muerte debe claudicar;
así (finaliza) la muerte con la vida; con la risa el llanto,
las sombras con el día, con el puerto el oleaje,
la mañana con la noche.

En primer lugar nos da, sorpresivamente,
pena la cara que lleva la muerte,
el trabajo, que a la muerte imita teatralmente;
nos pone ante los ojos el trabajo,
nos sume en el dolor,
de la muerte es la conclusión.

Así que, encerrado bajo esta ley
tu estado, oh hombre, lee,
hacia tu ser vuelve tu mirada,
lo que fuiste en tu nacimiento,
lo que eres en el presente, lo que serás en el futuro,
diligentemente inspecciona todo.

Llora tu dolor, tu pena subyuga,
tus emociones refrena, tu soberbia doblega
tu orgullo depón;
(sé) de tu mente, conductor y auriga;
a tu mente gobierna, su curso dirige,
para que no corra a lo desconocido.

[Traducción de Raúl Amores Pérez].

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Expresión que tan acertadamente está reflejada en la traducción del poema, que nos recordó Marcelino Menédez Pelayo, de Juan de Mal-Lara: «Del arte que la rosa, que en su nacimiento sale hermosa y fresca, y poco a poco se va marchitando, hasta volverse de más feo parescer que la rayz. Segun lo trae el poeta Ausonio elegantemente en los versos de las Rosas, que dezían ser de Virgilio, y comienzan 'Ver erat et blando mordentia frigora sensu'. Dize adelante

■ Traducción de "De rosis",
de Juan de Mal-Lara (1.527-1.591).

La flor que poco ha resplandescía
Con un lustre de flores avivado
,
Assi como la hoja se caía,
Queda amarilla, todo amortiguado,
¡Qué espanto entraba en mí quando lo vía!
De un robo que se haze apresurado,
En edad que huyendo va y floresce,
En naciendo la rosa, se envejesce
.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Quizá debamos hacer mención especial a Francisco de Rioja (1,583-1.659), quien bajo ese prisma "de enseñanza derivada de la fugacidad de la vida reflejado en la rosa", le llevó a escribir una treintena de sonetos y silvas a distintas flores, y cuyos ejemplos mostraremos más abajo.

La vertiente hedonista, epicúrea, tan anacreóntica, de este tópico, relacionando brevedad y goce sensual, tuvo una evolución muy concreta en el poeta persa Omar Kayyam (1.050-1.122), como podemos ver aquí, así como en los poetas andalusíes, sobre todo los costeros valencianos, bien a través de nawriyyat (o poemas descriptivos de las flores), bien a través de los jamriyyat (o poemas báquicos) o de los zundiyyat (o poemas sobre la brevedad de la vida) [véase nuestras entradas "LA QASIDA" y "LAS MOAXAJAS. III"].

■ Rubayyat,
de Omar Kayyam (1.050-1.122).

Olvida el día que te abandona.
No te inquiete el de mañana que aún no ha venido.
Desdeña lo que ha sido y lo que habrá de ser.
Vive tu instante y no arrojes al viento tu vida.

Créeme, bebe vino. El vino es vida eterna,
filtro que nos devuelve la juventud. Con vino
y alegres compañías, la estación de las rosas
Vuelve. Goza el fugaz momento que es la vida.


Óyeme, jovenzuelo. Esta rosa, este césped,
están frescos, lozanos; mañana estarán ambos
marchitos. Bebe vino y coge ahora la rosa,
pues sólo de mirarlas ha de trocarse en polvo.


Se nos da un breve instante para gustar del agua
en este ardiente páramo. Ya el astro de la noche
Palidece. La vida va a llegar a su término:
el alba de la Nada. Vamos, pues, date prisa.

Ya que la vida pasa, ¿qué más da si es amarga
o si es dulce? No importa dónde estés cuando llegue el fin.
Bebe, pues. Goza, que después de nosotros
la luna ha de morir y de nacer muchas veces.


Cerca de una niña cuyo cutis es la rosa del alba
acaricia la rosa y la copa de vino
antes que tus días, igual que sus pétalos,
vuelen al viento de la muerte.


No puedes pensar hoy que verás el amanecer de mañana.
Esperar que ese mañana sería locura.
Si estás despierto no desperdicies este soplo de vida,
sobre cuya duración no posees prueba ninguna.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Luego, los poetas del Renacimiento, fundamentalmente de la primera mitad del siglo XVI, conscientes de que

El sol, la rosa y el niño,
flores de un día nacieron.

como dijo Miguel Hernández,

se encaminan no a la consideración de esa fugacidad (de la vida de la rosa) con las consiguientes reflexiones morales -obra de los poetas barrocos, que se referirán al engaño y desengaño de esa belleza- sino a la invitación al goce, al aprovechamiento de la belleza: (...) coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto ...
[Agulló Vives, Carmen.- "Recreación de un tópico en la poesía de Jorge Guillén", in Ensayos: Revista de la Escuela Universitaria de Magisterio de Albacete, 3 (1.989), pág. 29].

En efecto, la vida, en el Renacimiento,

ya no es "un valle de lágrimas", como era para el hombre del Medioevo; hay que gozarla, "gozar la primavera de la vida", pues vendrá "el tiempo helado" de la vejez y, con él, la muerte".
[Barroso, A. et al..- Introducción a la Literatura Española a través de los textos. Vol. I. Madrid, Itsmo, 1.985,pág. 280.].

En cambio, típica actitud barroca será la de considerar la vida en función del tiempo y los estragos que este ocasiona en aquella. De ahí que en el tratamiento del tópico se acentúe el tono melancólico y meditativo, más estoico.
A lo que añade Margot Arce:
la poesía del barroco es la poesía de la"desilusión", la del rey Midas convirtiendo en belleza muerta o en cisco y carbón todo cuanto toca. No es extraño que el tema de la brevedad de la rosa alcance entonces tan frecuente y depurada expresión; tampoco es extraño que Calderón, genio del pesimismo,componga entonces su teatro.
["Contribución al estudio de la lírica del siglo XVI", in Obras Completas. Vol. 4. San Juan de Puerto Rico, Univ. de Puerto Rico, 2.001, pág. 405.]

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

■ Soneto: "Nace fragante, delicada, hermosa",
de Ignacio María Acosta (1814-1871).

Nace fragante, delicada, hermosa,
rica en colores, tímida y galana,
entre perlas que riega la mañana
en verde tallo la encendida rosa.

El aura la acaricia voluptuosa;
en agradarla el colibrí se afana;
y la rosa gentil de la sabana
es el hechizo y la adorada diosa.

Pero si envuelto en polvoroso aliento
con torpe labio y bárbara inclemencia
besa la flor el huracán violento,

entonces mustia, sin color ni esencia
muere infeliz, cual muere en un momento
al contacto del vicio la inocencia.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Ya más cercano a nosotros, podemos hallar esta concepción en poemas como el de Gil-Albert:

■ Ronsard,
de Juan Gil-Albert (1904-1994).

Tal vez si cada pétalo de rosa
Se pudiera juntar, una montaña
De rosas treparía en el espacio
Como una rosa inmensa. ¿Tantas rosas
Han consumido el mundo? Tantas rosas
Como se están abriendo cada día.
Cada día, en el año, es una rosa
Que muda de color, la rosa viva
Que cada cual contempla lentamente,
Dentro de sí, copiada en el espejo
De su tránsito fiel: la rosa sola.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

§ PROPUESTA DE DEFINICIÓN DEL TÓPICO "COLLIGE, VIRGO, ROSAS".

Por tanto, podemos concluir, inicialmente, que suelen establecerse seis elementos en el desarrollo de este tópico literario:

• se INVITA o EXHORTA (coge) de modo amable
• A UNA MUJER JOVEN
(doncella)
A DISFRUTAR (de manera hedonista, sensual)
DE LA BELLEZA/DEL TIEMPO DE HOY (belleza de la rosa, que dura un día; juventud),
• bajo la imagen de un MOTIVO FLORAL (la rosa, y por acumulación el vergel),
TENIENDO COMO HORIZONTE QUE HA DE DESAPARECER EN BREVE PLAZO TODO ELLO (vejez, muerte).

Queda todo ello resumido en un poema creado por Virgilio, "De rosis nascentibus", según dejamos constancia completa más abajo, y que, en célebre traducción que hizo fray Luis de León de sus versos finales, nos dice así:

■ Edyllia, 14, De rosis, vv. 49-50,
de fray Luis de León (1.527-1.591).

Coge, doncella, las purpúreas rosas
en cuanto su flor nueva y frescor dura,
y advierte que con alas presurosas
pasan ansí tus horas y hermosura.

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Veámoslo con detenimiento en este esquema nuestro:

§ "COLLIGE, VIRGO, ROSAS" y su relación con "CARPE DIEM".

Suele señalarse que el tópico del "Collige, virgo rosas" va por regla general parejo a su hermano mellizo "carpe diem ("disfruta el momento") [vid. nuestra entrada "carpe diem"], y siempre relacionado con la brevedad del tiempo ("tempus brevis", "el tiempo es breve").

Como muestra mencionemos el famoso canto medieval goliardo convertido en himno universitario titulado "de brevitate vitae" para la pervivencia del tópico:

Gaudeamus igitur,
iuvenes dum sumus.
Post iucundam iuventutem,
post molestam senectutem,
nos habebit humus.
(...)
Vita nostra brevis est,
breve finietur.
Venit mors velociter,
rapit nos atrociter,
nemini parcetur.
(...)
Alegrémonos, pues,
mientras jóvenes somos.
Tras la divertida juventud,
tras la incómoda vejez,
nos acogerá la tierra.
(...)
Nuestra vida es breve,
en breve se acaba.
Viene la muerte velozmente,
nos arrastra cruelmente,
a nadie respeta.
(...)
[Traducción de Raúl Amores Pérez].

∞∞∞∞∞∞∞∞۞∞∞∞∞∞∞∞∞

Ello es más que evidente si observamos este esquema nuestro sobre los tópicos y motivos literarios referidos al tiempo.



§ COLOFÓN. ROSA COMO EXPRESIÓN POPULAR.

Es claro que el símbolo de la rosa se nos ha quedado fijado y grandemente impregnado, de manera tal que no sólo en la literatura culta sino además en múltiples expresiones populares, hacemos referencia e ella, como podemos observar en estos ejemplos:

"estar fresco como una rosa",
"ir por un camino de rosas",
"irse de rositas"
,
"estar en la flor de la vida",
"florecer muchos años",
"troncharsele a uno la vida"(éste, por ejemplo, generará un "motivo" literario más, estudiado por V. Cristóbal, y que podemos ver en Catulo (11., 22.4), en Petronio (Sat., CXXXII, 11), etc.), "ver las cosas de color de rosa",...

Y, sobre todo, en refranes del tipo :

Coge las rosas del buen tiempo, que pronto llegará tu invierno.
Como la rosa es la dicha humana: luce hoy, muere mañana.
Quien a su pro bien atina, sabe coger la rosa y dejar la espina.
Las rosas y la ocasión son de corta duración.
Apenas amanece, la rosa florece, mas luego perece.
Pompa vana: hoy hojas marchitas lo que ayer rosa galana.
Doncella manoseada, rosa ajada.
La rosa en su tiempo se abre.
A buena moza, por el pico le entra la rosa.
La mujer es como rosa, de pétalos y espinas.
Bien sabe la rosa en qué mano posa, de hombre loco o mujer hermosa.
De una espina nace una rosa.
Bien oliera la rosa si no fuera espinosa.
[Cristóbal, V.- "Una comparación de clásico abolengo y larga fortuna", in Cuadernos de Filología Clasica. Estudios Latinos, 2 (1.992), pp. 155-187].

§ ALGUNOS AUTORES QUE NOS SERVIRÁN DE MODELO.

Los ejemplos que expondremos los hemos hallado en la literatura clásica latina, a través de Publio Virgilio Marón (70-19 a.d.n.e.) -en sustitución de Ausonio-, de Cayo Valerio Catulo (h. 87-57 a.d.n.e.), de Albio Tibulo (54-19 a.d.n.e.), de Sexto Propercio (47 a.d.n.e.-15 d.n.e.), de Publio Ovidio Nasón (43 a.d.n.e.-17 d.n.e.), Lucio Anneo Séneca (4 a.d.n.e.-65 d.n.e.)...
Con este uso constante del tópico, llegaremos a la Edad Media, donde destacará el viejo persa Omar Kayyam, y la revitalización de Petrarca, Giovanni Pontano (1.426-1.503 d.n.e.), de Lorenzo el Magnífico (1.449-1.492 d.n.e.), Angelo Poliziano (1.454-1.494), en Italia, entre otros. Recordemos que desde la aparición del manual del perfecto cortesano, "Roman de la Rose", de Guillaume de Lorris, en Francia la identificación de la rosa con el amor de la amada seráuna constante. En España, se vislumbrará en los poetas del Cancionero.

Su auge y diversificación los adquirirá en pleno Renacimiento. Continuado en Francia por Pierre de Ronsard (1.524-1.585 d.n.e.); en Italia por Ludovico Ariosto (1.474-1.532), Bernardo Tasso (1.493-1.569 d.n.e.)…; penetrando en España y haciéndose común durante todo el siglo XVI y el siglo XVII. En efecto, aun teniendo ecos en "La Celestina", por ejemplo, será a partir de Garcilaso de la Vega (h. 1.498-1.536 d.n.e.) como penetre en nuestro país este tópico. Así veremos ejemplos de Juan Boscán (1.492-1.542), Francisco de Medina (1.516-1.577), fray Luis de León (1,517-1.591), Francisco de Figueroa (1.530-1.588), Fernando de Herrera (1.534-1.597 d.n.e.), Francisco de la Torre (1.534-1.594), Juan Bautista de Mesa (1.547-1.620), Luis Barahona de Soto (1.548-1.595), Cristóbal de Mesa (1.559-1.633), Félix Lope de Vega (1.562-1.635 d.n.e), Luis de Góngora (1.561-1.627), Bartolomé Leonardo de Argensola (1.562-1.631), el licenciado Diego Ponce de León y Guzmán (h. el último cuarto del s. XVI), Francisco de Medrano (1.570-1.607), Luis Martín de la Plaza (1.577-1.625), Pedro de Espinosa (1.578-1.650), Francisco de Quevedo (1.580-1.645), Francisco de Borja y Aragón (1.581-1.658), Francisco de Rioja (1.583-1.659), Luis Carrillo y Sotomayor (1.585-1.610), Esteban Manuel de Villegas (1.589-1.669), García Salcedo Coronel (1.592-1.621), Bernardino de Rebolledo (1.597-1.676), Calderón de la Barca (1.600-1.681), Gabriel Bocángel (1.603-1.658), Pedro Castro y Anaya (1º mitad del s. XVII), Agustín Moreto (1.618-1.669), sor Juana Inés de la Cruz (1.651-1.695), etc…

No dejó de oírse en el siglo XVIII, con ecos en Nicolás Fernández de Moratín (1.737-1.780), Juan Meléndez Valdés (1.754-1.817), Gaspar M. de Nava Álvarez de Noroña (1.760-1.815), Juan Ignacio González del Castillo (1.763-1.800), Alberto Rodríguez de Lista y Aragón (1.775-1.848)…

Pero permaneció prácticamente olvidado en el Romanticismo, y todo el siglo XIX, perviviendo inicialmente sólo en poetas menores: Ignacio Rodríguez Galván (1.816-1.842), Pedro de Madrazo y Kuntz (1.816-1.898), Amador de los Ríos (1.818-1.878), Manuel Acuña (1.849-1.873).

Será a finales del siglo XIX y ya entrado el XX, cuando vuelva a ser usado en poetas como el nicaragüense Rubén Darío (1.867-1.916), Edelmira Agustini (1.886-1.914), la uruguaya Juana de Ibarbourou (1.892-1.979), Alfonsina Storni (1.892-1.938), Jorge Guillén (1.893-1.984), Ángela Figuera Aymerich (1.902-1.984), Pablo Neruda (1.904-1.973), Carlos Edmundo d'Ory (1.923-2.010), Ernesto Cardenal (1.925--), Francisco Brines Bañó (1.932--), Paz Díez Taboada (1.942--), Luis Alberto de Cuenca (1.950--), Luis Antonio de Villena (1.951--) y más recientemente en Carlos Martínez Aguirre (1.975--)…

Vayamos, pues, a ejemplificar el tópico.


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